Resumen
Cuantificación y prescripción:
¿qué pasa con los márgenes de
maniobra de los trabajadores
sociales y los usuarios?
pierre arTois
universiTé libre De bruxelles
Resumen: La activación de las políticas sociales ha
fijado el principio de la evaluación como una norma de
organización del sector de inserción profesional. La eva-
luación de las políticas sociales pasa en el presente casi
exclusivamente por el análisis de criterios cuantitativos
definidos por instancias subsidiarias en función de la
voluntad política. Nos proponemos en este artículo una
aproximación crítica y reflexiva basada en un estudio de
caso. Hay abierta una triple pregunta: Cuáles son los
efectos sobre la organización del trabajo, sobre los des-
tinatarios de los dispositivos sociales y sobre los traba-
jadores mismos.
Palabras clave: políticas sociales, trabajo, empleo,
evaluación.
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Quantification et prescription: qu’en est-il des marges de
manœuvre des travailleurs sociaux et des usagers?
Abstract: L’activation des politiques sociales a fixé le principe de
l’évaluation comme une norme d’organisation dans le secteur de l’insertion
professionnelle. L’évaluation des politiques sociales passe à présent
presqu’exclusivement par l’analyse de critères quantitatifs définis par les
instances subsidiantes en fonction de la volonté politique. Nous proposons
dans cette article une approche critique et réflexive basée sur une étude de
cas. Quels sont les effets sur l’organisation du travail mais également sur
les destinataires des dispositifs sociaux et des travailleurs eux-mêmes?.
Palabras clave: politiques sociales, travail, emploi, evaluation.
Quantification and prescription: what is the situation
concerning room for manoeuvre enjoyed by social
workers and users?
Abstract: The implementation of social policies has led to the principle
of making evaluation a standard for organizing the vocational integration
sector. Evaluating social policies is currently all but limited exclusively to
analyzing quantitative criteria determined by subsidiary claims dependent
on political will. In this article we propose a critical and reflective approach
based on a case study, seeking to answer a three-pronged question, na-
mely: what are the effects on how work is organized, on the recipients of
social measures, and on the workers themselves?
Palabras clave: social policies, work, employment, evaluation.
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INTRODUCCIÓN
Los requerimientos europeos tienen un fuerte impacto en las
políticas de empleo, que a su vez están vinculadas a las políticas
sociales cuya consigna hoy en día es la inserción y la cohesión
social.
Desde principios de los años 2000 se registra en Bélgica un
auge del paradigma de la tercera vía que refiere a una activación
de las políticas sociales. Esto se traduce, entre otras cosas, en un
principio de rendición de cuentas: tanto el asistente social como
el usuario, pero también las instituciones deben rendir cuentas.
La evaluación de las políticas sociales pasa ahora casi exclusiva-
mente por el análisis de criterios cuantitativos definidos por los
organismos que conceden subvenciones en función de la volun-
tad política (Artois, 2016).
En particular, el fenómeno del gerencialismo del sector so-
cial hace que se tomen en cuenta las cifras como indicador
de rendimiento. Esta difusión de la cultura del resultado, más
Pierre
Artois
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Recibido: 20/10/2019
Aceptado: 06/12/2020
Cuantificación y
prescripción: ¿qué
pasa con los márgenes
de maniobra de los
trabajadores sociales
y los usuarios?
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específicamente mediante la evaluación basada en el número
de reintegrados en el mercado laboral es definida en el sector
de la inserción socioprofesional en Bruselas por los propios tra-
bajadores sociales como una fuente de malestar en el trabajo.
Por lo tanto, la imposición de estos indicadores de rendimiento
se percibe como contraria a las motivaciones y al compromiso
de tipo social de los trabajadores que se sienten acorralados
entre el trabajo prescrito y sus representaciones y aspiraciones
profesionales. Hemos constatado que estas formas de malestar
en el trabajo suelen dar por resultado una alta tasa de absen-
tismo y de rotación de personal, pero también abocan a formas
de resistencia contra la organización del trabajo. Efectivamente,
los espacios dejados libres al margen por la jerarquía son apro-
vechados por los trabajadores de la inserción socioprofesional
(ISP). Elaboran, por ejemplo, estrategias para hacer variar el
contenido de los indicadores o eludir regulaciones. Estos cam-
bios comprobados no se deben exclusivamente a la gobernan-
za a base de las cifras, sino que forman parte del marco general
de los nuevos requerimientos político-institucionales a los que
está sujeto el sector (De Gaulejac, 2010).
Este artículo se basa en un estudio de casos llevado a cabo
en 2013 y 2014 en el seno de las “Missions Locales” (Misiones
Locales) bruselenses, asociaciones parapúblicas1 que se dedi-
can a una población vulnerable en vía de socialización. Forma
parte de una investigación global de las condiciones laborales
de los asistentes sociales del sector francófono de la inserción
socioprofesional en Bélgica. Por un lado, centramos nuestro es-
tudio en los cambios a nivel de la organización y realización del
trabajo después de la reconfiguración del modo de gobernanza
a base de las cifras. Por otro lado, analizamos los efectos que
tuvo para los trabajadores así como una consecuencia invisibili-
zada: el perfil de los beneficiarios atendidos por los dispositivos
de las Misiones Locales. Optamos por una metodología de ob-
servación participante seguida de entrevistas semiestructuradas.
Hemos efectuado 17 entrevistas a profesionales de primera línea,
usuarios y algunos encargados de estos organismos. Antes de
1 El lector encontrará más detalles en Hamzaoui, Artois & Mélon (2014), “La
territorialisation des associations parapubliques”, Nouvelles Pratiques Sociales,
vol. 26, n.°1, otoño de 2014, pp.149-164.
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ser entrevistados, los usuarios rellenaron un cuestionario sobre
su perfil2.
Desarrollaremos nuestra argumentación en cuatro pasos,
empezando por trazar un marco teórico relativo a las reconfi-
guraciones de las políticas sociales a través del concepto de la
“gubernamentalidad” de Michel Foucault y el auge del paradig-
ma neoliberal que engendró una activación de estas políticas.
En segundo lugar, contextualizaremos nuestro estudio de ca-
sos mediante una breve descripción del terreno. En tercer lugar,
cuestionaremos las transformaciones del modelo organizativo y
de las experiencias de los profesionales como consecuencia de
los cambios del modo de gobernanza hacia un uso prohibitivo de
datos cuantitativos y las estrategias de ajuste resultantes. Final-
mente, comentaremos las consecuencias que sufren los usuarios
de estos dispositivos.
CAMBIO DE PARADIGMA EN LAS POLÍTICAS SOCIALES
Al igual que en otros países, las políticas sociales en Bélgica se
desarrollaron históricamente en torno a dos planteamientos dis-
tintos que con el tiempo se fueron superponiendo, dificultando la
distinción entre ambos. El primero, y el más antiguo, se refiere al
planteamiento social llamado asistencial que pretende reintegrar
al indigente en la sociedad. El segundo, nacido del surgimiento de
nuestras sociedades salariales, se refiere al planteamiento social
de seguro que ofrece una protección a los trabajadores.
Ahora bien, desde los años 80 las políticas públicas europeas
han sufrido serias reconfiguraciones, principalmente bajo el
efecto de la primacía acordada a la economía, a su globaliza-
ción así como a la difusión de la crisis salarial (Castel, 2009). No
solo ha evolucionado lo social, sino que se ha banalizado hasta
convertirse en “bárbaro” haciendo coexistir el “planteamiento so-
cial de la integración” con un “planteamiento social de la inter-
mediación” (Vrancken, 2010a). O sea, en la actualidad el sistema
social es una mezcla entre el sistema de protección social basa-
do en el objetivo global de la integración de los ciudadanos en
la sociedad por una parte, y el sistema basado en la activación y
2 Este procedimiento nos permite no tener que recurrir a los bancos de datos
de las Misiones Locales.
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responsabilización del usuario encarnado por los asistentes so-
ciales a escala local. Esta superposición de dos planteamientos
sociales conlleva una reconfiguración de la actividad de los profe-
sionales y una posible pérdida de puntos de referencia en cuanto
al sentido de su trabajo.
Podemos entender la evolución de las políticas públicas a tra-
vés del concepto de la “gubernamentalidad” descrito por Fou-
cault. Este último lo define como: ”un poder de origen religioso
que se ha ido relacionando progresiva e históricamente al poder
político en la modernidad” (Hache, 2007: 50 – traducción libre).
En Nacimiento de la biopolítica, por ejemplo, Foucault (2004) re-
fiere al arte de gobernar ya no los territorios sino a los individuos.
Siguiendo su razonamiento, nos damos cuenta de que nuestros
modelos de sociedad se han venido construyendo desde el siglo
XVIII sobre una forma de “gubernamentalidad” liberal (Foucault,
2001). El arte de gobernar sigue una racionalidad guiada por las
ciencias y regida por las leyes que van elaborando un conjunto de
normas para enmarcar las conductas individuales o colectivas.
Dentro de este marco normativo el individuo tiene libertad de ac-
ción, pero debe calcular los riesgos correspondientes con el fin
de controlarlos. Este modo de gobernar las conductas establecía
el papel del Estado como garante de los excesos que podía cau-
sar la economía.
No obstante, desde los años 70 una doctrina moral y eco-
nómica denominada neoliberalismo3 se ha ido transformando en
doctrina política y se ha ido difundiendo ampliamente. En este
marco, la acción política traduce un cambio semántico basado
en la libertad del individuo hacia la responsabilidad de éste (Ge-
nard, 1999) imponiendo el principio de la competencia, a través
de la ampliación de los mecanismos de mercado a todas las ac-
tividades humanas, como norma de funcionamiento.
Activación de las políticas sociales en Bélgica
En el marco belga Frank Vandenbroucke, el entonces Ministro
federal de Asuntos Sociales, inició a partir de 1999 un programa
de transformación de las políticas sociales siguiendo el modelo
3 Esta doctrina moral y económica se toma de las obras de Milton Friedman
y Friedrich Hayek.
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del Third way de Anthony Giddens (1998), valorizando la auto-
nomía individual y llevando a cabo políticas proactivas reguladas
por la noción de la responsabilidad, sin por ello renunciar a la
antigua ambición del estado social, o sea una protección social
adecuada4.
Este discurso ejemplifica el paso de un sistema basado en un
modo integrativo a un modo participativo. Se trata efectivamen-
te de hacer lo social más activo, lo cual se basa en la idea que
cada individuo sería el empresario de sí mismo y gestionaría sus
comportamientos en función del mercado. Sin embargo, estos
modelos de construcción no se excluyen y se solapan difuminan-
do las fronteras entre el planteamiento social de la integración y
el de la intermediación (Vrancken, 2010b). El trabajador social
no puede, pues, concebir su misión como basada en uno u otro
modelo sino en una combinación de ambos. El trabajo de inte-
gración se convierte en una intervención con los beneficiarios
destinada solamente a acompañarlos a través de una cadena de
dispositivos que se supone proteger los recorridos de vida de los
usuarios. Dado que se les consideran empresarios de ellos mis-
mos, les corresponde velar por su empleabilidad. El profesional
tiene como objetivo hacer participar al usuario y acompañarlo
por los meandros de los dispositivos. Los usuarios son pues los
primeros interesados de estas políticas de activación. No obs-
tante, estas últimas afectan tanto al conjunto de los dispositivos
sociales como a los asistentes sociales.
La activación de los sistemas sociales pasa por una inversión
de la deuda social (Astier, 2007), o sea un refuerzo de las com-
pensaciones pedidas a los beneficiarios así como un endureci-
miento de las sanciones que pueden llegar hasta la exclusión.
Por eso, también podemos considerar a los trabajadores socia-
les como agentes de activación.
EL CASO DEL SECTOR DE LA INSERCIÓN SOCIOPROFESIONAL
EN LA REGIÓN DE BRUSELAS
El caso de la Región de Bruselas es un buen ejemplo de la
complejidad institucional de Bélgica. El acompañamiento de los
4 Extracto del discurso pronunciado por Frank Vandenbroucke el 13 de di-
ciembre de 1999 en Ámsterdam en el marco de sus actividades políticas.
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solicitantes de empleo5 es una competencia regionalizada en Bélgi-
ca. La Región de Bruselas reglamenta los organismos de inserción
profesional (OISP) mediante el decreto del 27 de abril de 19956. Este
texto define las misiones y los objetivos, pero enmarca también la
intervención mencionando las condiciones de acreditación de los
organismos y las modalidades de subvención de las actividades.
Alrededor del organismo de colocación regional, la Oficina
Bruselense de Empleo o Actiris7, cuya misión declarada es “el
acompañamiento a medida hacia el empleo”8 gravita una miríada
de asociaciones que ofrecen formaciones incluidas en el mar-
co de las seis acciones de formación reconocidas a día de hoy.
Además, Actiris que también es responsable de la ejecución de
la política regional de empleo, concluye diversos convenios con
asociaciones que imparten formaciones para completarlas con
actividades complementarias de incorporación al empleo. Las
seis acciones de formación pertenecen a las áreas de (a) la alfa-
betización, (b) la formación de base, (c) la preformación o forma-
ción de prerrequisitos profesionales, (d) la formación de aptitu-
des, (e) la formación a través del trabajo, y (f) y la determinación.
El último eje mencionado, el de la determinación, va dirigido
a los públicos más precarios, o sea cuyo nivel de formación es
el más flojo para determinar en colaboración con ellos si el indi-
viduo accede a la formación o busca activamente un empleo. Es
el área asignada a las Misiones Locales bruselenses que constitu-
yen nuestro terreno de estudio para la presente publicación. Hay
9 misiones en la Región de Bruselas-Capital. Históricamente, la
5 El lector podría pensar que el autor utiliza este término a propósito para ilus-
trar sus palabras recogidas más arriba, pero se trata de la formulación corriente
que numerosos investigadores registran en las palabras de los asistentes sociales
en el terreno, de los profesionales de la relación de ayuda.
6 Bol. Ofic. Belga 1995-04-27/46. Decreto relativo a la acreditación de de-
terminados organismos de inserción socioprofesional y a la subvención de sus
actividades de formación profesional con vistas a incrementar las oportunidades
de los solicitantes de empleo desempleados y poco cualificados para encontrar
o volver a encontrar trabajo en el marco de dispositivos coordinados de inserción
socioprofesional.
7 Antes la institución se llamaba Orbem (Office Régional pour l’Emploi - Ofici-
na Regional para el Empleo). Cambió de nombre oficialmente en verano de 2007
para destacar las nociones de Actif e Iris. Iris refiere al lirio, el símbolo de la Región
de Bruselas.
8 Uno de los eslóganes de Actiris que el lector podrá encontrar en su sitio
web, www.actiris.be, y en su documentación.
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1ª Misión Local bruselense fue creada en 1988 en concertación
con el poder político local. El objetivo consistía en la acogida, la
transmisión de información, la formación, la animación… con el
fin de fomentar la inserción socioprofesional de un público local
vulnerable. El territorio de acción de estas asociaciones está de-
limitado en función de una similitud en términos de condiciones
de vivienda, acceso a la enseñanza, recursos disponibles, tasa de
desempleo, etc.
En la organización de las políticas de empleo, las Misiones Lo-
cales dependen de Actiris que ella misma se encuentra bajo la tu-
tela de la Oficina Nacional de Empleo (ONEm). Frente al crecimien-
to del desempleo y a la dificultad de los organismos de colocación
para gestionar un público considerado cada vez más vulnerable,
el poder central y regional obligó a las Misiones Locales a montar
proyectos enfocados en función de las características de la pobla-
ción en su territorio de intervención y a crear asociaciones con las
empresas de su zona de acción.
A partir de 2004, el refuerzo de la política de activación de los
desempleados llevada a cabo por la ONEm9, que implica que
cualquier solicitante de empleo debe demostrar que busca activa-
mente trabajo bajo pena de sanciones que pueden llegar hasta su
exclusión del sistema de subsidio de desempleo, obligó a las Mi-
siones Locales a remitir datos en el marco de este procedimiento.
Debido a este sistema, las Misiones Locales se vieron implicadas a
su pesar en una dinámica de control que había sido rechazada por
los trabajadores de estas asociaciones y que se alejaba mucho de
los principios en los cuales se basaba su creación (Collectif, 2012).
“Desde 2004 y la introducción del RPE (Réseau Plate-
forme pour l’Emploi – Red plataforma para el empleo),
que conecta al conjunto de los socios a una red informá-
tica – la de Actiris – que permite a sus usuarios acceder a
las ofertas de empleo de Actiris pero también codificar las
acciones realizadas… pero también del CPP (Contrat de
Projet Professionnel – Contrato de proyecto profesional);
inicialmente este dispositivo duraría un año, se trataba de
9 Office National de l’Emploi (Oficina Nacional de Empleo) que se encarga
de la aplicación del sistema de seguro de desempleo y determinadas medidas
vinculadas con el empleo, entre otras cosas el control de la búsqueda activa de
empleo, para los beneficiarios de un subsidio de desempleo.
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individualizar la ayuda en la búsqueda de empleo. Se pri-
vilegiaba un enfoque voluntario con tal de proteger al de-
sempleado de los controles de la Onem pero al final, en la
práctica, se hizo obligatorio y a pesar de toda la Onem reali-
zaba controles estimando que los términos del CPP no eran
lo suficientemente vinculantes. De hecho participábamos en
los controles mientras que estábamos en contra de los mis-
mos”. (Declaraciones de un agente de una célula de inser-
ción del cinturón pobre de Bruselas).
Las Misiones Locales de Bruselas no son en absoluto asocia-
ciones que llevan a cabo sus actividades de manera totalmente in-
dependiente. Efectivamente, su margen de maniobra está limitado
no solo por la política de empleo definida a nivel regional y central
y también por los poderes políticos locales, sino también por las
colaboraciones y las modalidades de subvención.
“Hay que decir que estábamos muy inquietos, expresa-
mos nuestra oposición y con razón… Estábamos acorra-
lados, ya no podíamos garantizar el anonimato de los be-
neficiarios. Se había roto simplemente nuestra voluntad de
proteger al solicitante de empleo. Éramos nosotros mismos
los que alimentábamos la red con los datos sobre los so-
licitantes de empleo. Además, no existía ninguna garantía
sobre qué iba a hacer Actiris con ellos. Finalmente, consta-
tamos que Actiris remitía estos datos a la Onem… De hecho
hicimos una prueba … Cuando se acude a una sala de es-
pera de la Onem y se pregunta a la gente por qué está allí,
se nota que una proporción importante está ahí debido a la
información transmitida por Actiris y no por las políticas de
control instaladas desde 2004… ¡Imagínese nuestra indig-
nación! ¡Estábamos participando a pesar nuestro!” (Declara-
ciones de un agente de orientación de una Misión Local del
triángulo pobre de Bruselas).
TRANSFORMACIÓN DEL MODELO ORGANIZATIVO:
CUANTIFICACIÓN DE LAS ACTIVIDADES Y ESTRATEGIAS DE
EVITACIÓN DE LOS ACTORES
Esta reorientación del Trabajo Social se llevó a cabo a partir de
los años 80 a base del modelo de gestión de la empresa privada,
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basada en la búsqueda de rendimiento (Likert, 1961) de los indi-
viduos y las organizaciones10. Este fenómeno del gerencialismo
(Bouquet, 2006) se asemeja a la introducción de lógicas de ges-
tión en el sector social (Thiaudière, 2010) y corresponde a lo pres-
crito por el New Public Management tal como lo entiende Vincent
de Gaulejac (2011). En este concepto, las instituciones sociales
se consideran empresas en el sentido clásico de la palabra, o sea
organizaciones cuya finalidad consiste en maximizar el beneficio,
lo cual se traduce por la introducción de una cultura del resulta-
do y la búsqueda del rendimiento por todos los medios posibles
(Ehrenberg, 1991).
Esta tendencia de gestión (Dejours, 2003) fue transpuesta a los
organismos e instituciones del sector no lucrativo y más especí-
ficamente a las Misiones Locales, a través de la introducción de
nuevos criterios de evaluación cuantitativos gestionados a través
de la informática. Estos procesos de evaluación a base del rendi-
miento en sí tienen como objetivo el control del trabajo realizado
por razones de eficacia, pero también la subida de las necesida-
des reales para cumplir los objetivos asignados (Anderson, 1993).
En este marco, el registro diario de las tareas realizadas por los
trabajadores sociales se ha generalizado. Un trabajador experi-
mentado y delegado sindical nos explica su visión de la evolución:
“La codificación empezó en el marco de las convoca-
torias de proyectos y del proyecto RAE (Remise à l’Emploi
– Reincorporación al empleo) que consistía en talleres de
búsqueda de empleo. Por un lado inicialmente esto acercó
a los trabajadores al resto de la estructura de la Misión Lo-
cal (puesto que el trabajo resultaba más colectivo dentro
de la organización) pero además con las otras Misiones
Locales. Había muchos intercambios y los resultados eran
sorprendentes. Dado que los resultados se consideraban
la crema de la inserción, Actiris emitió condiciones de
participación para los usuarios y objetivos. Los criterios
10 Mencionamos aquí las obras de Likert porque el concepto del rendimiento
se asocia a menudo únicamente al de la eficacia. Este atajo fácil no tiene ninguna
razón de ser puesto que el concepto se basó en una doble noción como explica-
ba ya Likert (1961): eficacia que refiere a la habilidad para alcanzar los objetivos
fijados, y eficiencia, la facultad para reducir los efectos indeseados de la eficacia.
De ahí que en realidad el rendimiento sea el resultado de un equilibrio entre las
dos nociones.
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estipulaban que teníamos que centrarnos en los jóvenes
con abandono escolar y que no hablaban el idioma. Con
respecto a los objetivos fijados por Actiris, éstos eran míni-
mos; se trataba sobre todo de alcanzar una cifra, de lo
contrario el proyecto terminaba y la dirección enviaba los
preavisos a los trabajadores. Poco a poco las cifras se hi-
cieron clave; lo dominaban todo”.
Un agente de inserción, que trabaja en un territorio favorecido,
declaró lo siguiente:
“Los criterios ya no están adaptados a la realidad en el
terreno. Las tensiones entre compañeros son cada vez más
grandes dado que nos pasamos la patata caliente. (…) Ya
no se controla lo que hacemos y finalmente hacemos lo que
haga falta para alcanzar las cifras y evacuar el flujo. Y luego
ellos [la dirección] se sorprenden de la rápida rotación…”
Este testimonio confirma las constataciones registradas des-
de hace muchos años por Christophe Dejours (2003: 49): “La ar-
ticulación de la evaluación individualizada con la tecnología infor-
mática de trazabilidad hace que numerosos trabajadores pierdan
cualquier capacidad para controlar el crecimiento de su carga de
trabajo y terminen enfermos. (…) El recurso a la evaluación genera
un aumento de las exigencias de trabajo, pues exige impercepti-
blemente un enorme trabajo conocido bajo el nombre de valo-
rización” que se convierte en un ingrediente imprescindible de la
evaluación”.
Finalmente, con la intensificación de los requisitos de repor-
ting por parte de Actiris, se introdujeron verdaderos cuadros de
mandos internos en las Misiones Locales. Los trabajadores son
evaluados a base del número de acciones realizadas. Un antiguo
delegado sindical nos contó lo siguiente:
“Toma, puedes quedarte con estas tablas. Son los traba-
jadores que me las dieron y que me preguntaron cómo era
posible que su coordinadora comunicara a todo el equipo
esta tabla con el número de personas atendidas por cada
uno. Para mí, que se establecen elementos de compara-
ción entre los trabajadores, no necesariamente por motivos
de competencia dado que no se trata de quién ha atendido
a más personas, se trata más de decir: tú atiendes muchas
y tú pocas. Además no toma en cuenta de ninguna manera
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el número de días de vacaciones específico del sector no
lucrativo en el marco del sistema Maribel u otro … Estas
tablas a menudo se leen de manera sumaria, mientras que
si buscas un poco, te das cuenta de que las diferencias se
explican por la organización interna del servicio”.
Cabe destacar que este interés por la cuantificación se conci-
bió al principio como un medio de valorización y objetivación de
la actividad en el sector social (Bureau y Rist, 2011). No obstan-
te, también apunta a un requerimiento de rendimiento y control
pregnante/interesado de la actividad de los trabajadores socia-
les. De ahí que no deba sorprender el aumento de observaciones
del tipo: “¿todo bien, las cifras son buenas”?, “hemos alcanzado
la cuota”? Este tipo de gestión incluye posibles riesgos de reduc-
ción o abandono del trabajo de acompañamiento en beneficio de
tareas más estrechamente relacionadas con los criterios de eva-
luación (Ion, 2005). Además, el foco en los criterios de resultados
anula cualquier reflexión sobre los medios para alcanzarlos:
“Las direcciones o los coordinadores no se interesan
por la manera de la cual se alcanzan o no las cifras asigna-
das. Ya no hay alma. Le incumbe al trabajador alcanzar los
objetivos, especialmente para las licitaciones de proyectos.
Somos asociaciones madres portadoras de proyectos. Los
trabajadores los llevan y al cabo de 3 años la dirección se
reúne con el ministro, miran las cifras y deciden si se con-
tinúa o no”. Declaraciones de un trabajador dimisionario.
Por otra parte, esta preocupación por una evaluación cifrada
permite de facto hacer una comparación, una competencia implí-
cita entre trabajadores: ¿”Cuántos has hecho tú hoy”? En dicho
caso se corre el riesgo de redefinir la calidad del trabajo realizado
a base de estos indicadores que no toman en cuenta la calidad
del trabajo.
“Los agentes de inserción constataron rápidamente
alimentando la red que determinadas asociaciones sin
ánimo de lucro disponían de mucho menos público que
otras pero de más acciones codificadas. Estas acciones
codificadas pueden ser: una modificación del CV, una ini-
ciativa para encontrar un empleo, … O sea, determinados
operadores valorizaban acciones que no eran realmente
acciones. Se codificaba una modificación de CV mientras
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que en realidad se cambiaba una coma o la dirección. Te
voy a dar un ejemplo concreto: un tío de una Misión Local,
que tenía muchísimo menos público que nosotros, me dijo
claramente que su coordinador exigía que codificara de la
manera que te expliqué para el CV. Así se falsifica la reali-
dad solo para alcanzar buenas cifras. Eso nos hizo reflexio-
nar sobre el reconocimiento de nuestro trabajo, bueno más
bien sobre la visibilidad del trabajo realizado. ¿Cómo puede
reconocerse nuestro trabajo mientras existan diferencias
tan grandes entre los operadores y mientras la cantidad
de público y el público mismo sean tan dispares? Tenían
10 veces más acciones codificadas que nosotros y eso
que nosotros trabajábamos “justo a tiempo” y cerrando
las puertas para gestionar los flujos”. Declaraciones de un
trabajador que participó en la redacción del Libro Blanco
en 2012.
Además, la fijación de criterios de evaluación conlleva una in-
visibilización de determinadas tareas poco o difícilmente cuanti-
ficables por el organismo que subvenciona o el jefe de servicio;
pierden cualquier legitimidad y son desvalorizadas o pasan por
un modo de realización informal. Pero la evaluación del traba-
jo social procede de una negociación restringente, como expli-
ca Bouquet (2009), que puede llevar a una normalización de las
prácticas, ”una uniformización” resultante de las buenas prácti-
cas recomendadas. Entonces la parte de trabajo real que es in-
visibilizada por la evaluación, ya no se toma en cuenta y lleva
a una fatiga profesional. No obstante, esta preocupación por la
evaluación mediante indicadores cuantificables todavía no se ha
llevado a su paroxismo en Bélgica tal como es el caso en Francia
a través de la LOLF11 (Loi Organique relative aux lois de finances
Ley orgánica relativa a las leyes de finanzas) pero sigue su propio
camino a un ritmo diferenciado según el sector. Por ejemplo: una
trabajadora social nos comentó cómo los criterios de evaluación
hacen caso omiso del contexto y de las dificultades vividas por
el beneficiario. Esta trabajadora recibe regularmente a personas
que no dominan el francés por lo cual debe recurrir a símbolos
o dibujos. Esto prolonga la duración de la cita que suele estar
11 Para más información, referimos a LE CLAINCHE M., 2006, “Réformes bud-
gétaires et réformes de l’Etat”, Revue Française d’Administration Publique, n.°
117, 238p.
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estandarizada. Otro trabajador, también delegado sindical, nos
comunicó su pena por tener que elegir entre un trabajo de calidad
o respetar las normas de tiempo fijadas para cumplir los objeti-
vos determinados.
“Al final del año, no hay acción ni reunión sindical, es
muy sencillo. Estamos obligados a alcanzar las cifras o nos
echan. O sea, abandonamos el trabajo sindical para ase-
gurar la codificación con el fin de alcanzar los objetivos
fijados. Es surrealista pero es así. A todo el mundo le da
igual si el trabajo está bien hecho o no, vamos pegados al
dashbord12”.
Estamos muy alejados de la preocupación por la valorización
de la actividad que prevalecía al comienzo de la elaboración de
los indicadores. En este sentido, determinados trabajadores
consideran la formalización de su trabajo como un ataque a la
deontología13 de la profesión, teniendo la mayoría de ellos una
formación de asistente social. En realidad, se encuentran en un
verdadero proceso de debilitamiento que genera ”tensiones in-
herentes” (Bouquet, 2012: 70), y que contribuye a la estigmatiza-
ción de determinadas categorías de usuarios; ya no saben cómo
reaccionar ante determinada información sobre la vida privada
de su “cliente”, citando la expresión utilizada por un jefe de servi-
cio en la Región de Bruselas. El corolario de centrar la evaluación
exclusivamente en indicadores cifrados es la pérdida del sentido
de las prácticas para el profesional (Artois, 2012). No obstante,
estimamos que hay que superar esta representación dicotómi-
ca entre cuantificación y enfoque cualitativo. Durante nuestras
entrevistas y observaciones no hemos constatado formas es-
trictas de ostracismo frente a los criterios cifrados. Algunos de
estos criterios tienen sentido para los trabajadores sociales que
los consideran favorables. A la vez otros indicadores más cuali-
tativos resultan inadecuados para ellos. Lo que constatamos al
margen del discurso no es pues el rechazo a la evaluación sino a
12 O cuadro de mandos en español. Véase: CHIAPELLO E. y GILBERT P.,
2013, Sociologie des outils de gestion. Introduction à l’analyse sociale de
l’instrumentation de gestion, París, La Découverte, 260p.
13 El código de deontología francófono belga de los asistentes sociales es-
tipula en el título III, artículo 1º: “El asistente social “confidente necesario” debe
respetar el secreto profesional para todo lo que aprenda en el marco de su trabajo
en aplicación del artículo 458 del Código Penal”.
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las dificultades por la imposición de un verdadero “sorites” 14 y el
sometimiento de los trabajadores a una lógica de gerencialismo
en la que no se reconocen y que en determinados momentos
contradice incluso el discurso predicado. Con razón podemos
preguntarnos si este proceso de racionalización no genera más
bien “un efecto de ceguera produciendo un artefacto de raciona-
lidad” en vez de un aumento del rendimiento15. Pues más allá de
la pérdida de sentido estas nuevas formas de organización del
trabajo producen efectos contraproducentes mientras que tenían
que abolirlos.
“Les daba mucha pena a los trabajadores. El flujo era
cada vez más importante y los tiempos de espera cada vez
más largos. Podríamos decir que la fila de desempleados
esperando para cobrar el subsidio se había sustituido por
tiempos de espera anormales y por consiguiente mucho más
violentos, según mi opinión. El tema del acompañamiento
personalizado es un cuento chino. Cuando la persona volvía
con tanto tiempo de espera … tenías que volver a conocerla
… O sea, era un trabajo sin verdadero seguimiento … Las
personas motivadas para encontrar un trabajo y las perso-
nas motivadas para responder a los requisitos de la Onem
se confundían, y por lo tanto las entrevistas no servían de
nada salvo para la entrega del certificado. Perdíamos tiem-
po y los beneficiarios también. Además, ¿cómo distinguir a
los que querían ayudarse y que nosotros podíamos ayudar
de los demás? Esta situación dejaba a los beneficiarios en
condiciones insoportables. Seis semanas de espera para
obtener un papel, por ejemplo … Por eso decidimos cerrar
las puertas en cuanto alcanzáramos la cuota de personas
atendidas a principios de mes sin aceptar nuevas inscripcio-
nes. Nos daba pena pero era la única manera para nosotros
de poder trabajar más eficazmente y con calidad. Y también
para poder con el flujo”. Declaraciones de un ex trabajador
14 Sorite: forma de razonamiento que liga las proposiciones bajo la formula :
todo A es B, todo B es C, luego todo A es C.
15 BOUSSARD V., 2003, “Dispositifs de gestion et simulacres de contrôle”,
en BOUSSARD V., MAUGERI S. (bajo la dir.), Du politique dans les organisations,
París, l’Harmattan, en CRAIPEAU S. y METZGER J-L, 2007, “Pour une sociologie
critique de la gestion”, Recherches sociologiques et anthropologiques, vol. 38, n.°
1, pp. 145-162.
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de una Misión Local, que se buscó otro trabajo en el sector
no lucrativo.
Efectivamente, los profesionales de las Misiones Locales tie-
nen un mandato para atender el problema de la inserción profe-
sional de públicos vulnerables. Los beneficiarios presentan difi-
cultades no exclusivas pero que dificultan su asistencia debido
a la interconexión de los dispositivos en los que se encuentran.
Los profesionales deben concluir que son incapaces de resolver
el problema y derivan a estos beneficiarios a otros organismos.
Por consiguiente, al usuario se le manda de un dispositivo a otro.
Además, estas acciones son la ilustración de verdaderas es-
trategias adoptadas por los trabajadores para resistir16 a estos
requerimientos. Las primeras medidas se emprendieron no para
proteger a los usuarios sino para contrarrestar la evaluación de
los trabajadores. Como ya mencionábamos más arriba, para evi-
tar la estigmatización, la manera de codificación de las acciones
llevadas a cabo entre las distintas Misiones Locales varía e im-
pulsa las comparaciones sin tomar en cuenta las especificidades
del público atendido a la hora del análisis. Hemos constatado un
movimiento colectivo de los trabajadores, tras un boca a boca,
con respecto a la manera de funcionar. Sin embargo, esta mane-
ra privilegiada no se ha sistematizado.
Además, también se ha lanzado un programa informático a
iniciativa de las direcciones tras un llamamiento de los trabajado-
res: el programa NECTIL. Se trata para las Misiones Locales de
dotarse de una herramienta informática propia para salir de la red
RPE y compartir sus datos con el fin de crear su propia base de
datos. Este veterano de las Misiones Locales nos cuenta17:
“Desde siempre, la alimentación tampoco es un reflejo
pero va aumentando. El antiguo dispositivo estaba tan in-
tegrado en la práctica que resultó difícil cambiar. Es como
un reflejo. Con Nectil tenemos la posibilidad de disponer
de toda la información… La información que nos interesa
16 El término “resistir” vuelve continuamente durante las entrevistas, de ahí
que lo destaquemos en el texto.
17 Cabe observar en este sentido que numerosos trabajadores de las Misio-
nes Locales con los que nos reunimos en 2012, en este momento ya no trabajan
en el sector de la ISP en Bruselas aunque la mayoría sigue trabajando en el sector
no lucrativo.
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a nosotros y no necesariamente los criterios sin tener que
pasar por Actiris ni alimentarlo”.
A continuación, y con el fin de proteger a los usuarios, las
primeras medidas de los trabajadores de las células de inserción
consistieron en anonimizar los CV de los beneficiarios de modo
que no se pudiera vincular ningún nombre a las ofertas de trabajo
procedentes de la base de datos de Actiris. De esta manera, la
Onem ni Actiris podía cuestionar al individuo sobre sí había pos-
tulado o no para las ofertas de empleo correspondientes.
En lo que atañe a las políticas llevadas a cabo, se constata una
contradicción entre, por una parte, el proyecto de flexibilización
y autonomización que apela a los recursos del individuo en vez
de a respuestas colectivas o institucionales, y, por otra parte, la
implementación de estas políticas que traduce el discurso perfor-
mativo de los actores e ilustra los requisitos de eficacia inmediata
vinculados con una lógica de experimentación. Tal como explica
Abraham Franssen (2002), estos hechos se parecen a un incre-
mento del control social. La activación de las políticas sociales
debe entenderse pues en un contexto más global de puesta en
movimiento tanto de los actores, profesionales y usuarios como
de los dispositivos mismos y de las organizaciones/instituciones
que las introducen.
Efectivamente, hoy en día las políticas sociales incluyen
cada vez más aspectos de control social (Bresson, 2012). Di-
cho de otra manera, el tema del margen de maniobra de los
trabajadores refiere a su participación en estas formas renova-
das de control y a una parte de responsabilidad por su estable-
cimiento. Conscientes de este debate, los trabajadores de las
Misiones Locales trabajaron en la realización de un Libro Blanco
en 2012 en el cual asumen su parte de responsabilidad a través
de su participación en los dispositivos y en la reconfiguración
de las políticas de inserción en estos últimos años. Tomando en
cuenta su falta de movilización18 frente a las evoluciones de los
requerimientos político-institucionales, se olvidaron de su papel
de actor de cambio. No obstante, no podemos negar que en el
sector siempre ha habido formas de movilización colectiva, lo
cual sitúa el tema del margen de maniobra en un contexto más
18 Términos empleados en el Libro Blanco redactado por las Misiones Locales
y presentado a finales de 2012.
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global de difusión de nuevos principios ideológico-políticos. Los
trabajadores se encuentran encerrados en un contexto a veces
contradictorio entre el sentido ideal dado a su actividad profe-
sional y los requerimientos político-institucionales (Artois, 2018).
De ahí que no siempre sea evidente hablar de márgenes de ma-
niobra de los trabajadores.
INVISIBILIZACIÓN DE LOS PÚBLICOS PRECARIZADOS
Además de las evaluaciones cuantitativas, las Misiones Loca-
les son subvencionadas en función del número de personas que
han encontrado trabajo. Este hecho tiene como consecuencia
que incita a los organismos a acoger personas menos alejadas
del mercado de empleo.
En ese marco, los responsables y trabajadores de las Misio-
nes Locales se encuentran en una situación ambigua entre, por
una parte, los requerimientos de las políticas y organismos supra
locales que exigen resultados insostenibles o inmanejables en el
contexto del trabajo, y, por otra parte, la misión original confiada
a estas asociaciones, a saber la atención a un público vulnerable
muy alejado del mercado laboral.
La gestión a base de las cifras creará por consiguiente, como
hemos visto en el punto tres, una situación de reorganización del
trabajo que conlleva efectos significativos para los trabajadores
sociales. Estas formas de reorganización del trabajo no afectan
solamente a los trabajadores de las Misiones Locales sino tam-
bién a su público. Efectivamente, los beneficiarios de este dispo-
sitivo de inserción territorializado resultan ser los parientes pobres
de estas reformas como consecuencia de su escasa capacidad
de movilización o de recurso ante las autoridades que deciden y
subvencionan. La imposición de una lógica “gerencial”, corolario
de un discurso sobre la racionalización de las políticas sociales
destinada a una mayor eficacia en un contexto de recursos más
escasos, sustituye poco a poco, a pesar del rechazo a posteriori
de los trabajadores, al usuario típico de estos dispositivos. Y eso
que, al principio, los dispositivos mencionados se habían conce-
bido para tomar en cuenta las especificidades de un determinado
perfil de usuario: débil empleabilidad relacionada con problemas
de vivienda, de idioma, …etc.
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Por lo tanto, el perfil del público atendido pasa a una categoría
calificada de más empleable por los trabajadores de las células
de inserción con el fin de responder a los objetivos impuestos en
las solicitudes de reporting. Esta categoría de individuos es deri-
vada de un dispositivo a otro de modo que cada institución pueda
jactarse de cumplir las exigencias de las estadísticas (Vrancken,
2010b). El dispositivo de inserción se encuentra desnaturalizado
y su primer objetivo, abordar los problemas sociales de los indi-
viduos, se relega a un plano secundario.
“En general, si lo miramos de manera más diacrónica,
constatamos que en una primera fase toda una franja de
individuos ha sido eliminada de las estadísticas de Actiris
mediante los dispositivos de las Misiones Locales, con el
fin de que ellos [Actiris] puedan presentar un balance con-
forme a los requisitos. Pero sobre todo … para quedar bien
en las comparaciones de los estudios europeos … y des-
pués las estadísticas nos llegan a nosotros. O sea… volve-
mos a empezar y los sacamos otra vez de los dispositivos
con el fin de poder presentar un balance que cumpla las
exigencias de la dirección. En realidad es horrible. Hasta
sumamente violento, si lo pensamos bien …”. Declaracio-
nes de un trabajador de una célula de inserción.
Recientemente, un delegado sindical de las Misiones Locales
nos declaraba:
“El trabajo ha cambiado, y mucho. Con respecto a los
públicos le voy a dar un ejemplo. Cuando bajo a la célula
de inserción, ya no oigo hablar suajili, árabe, español, hindi,
… a pesar de que tenemos colaboradores políglotas o co-
laboradores que lo dominan como idioma materno …
Y la razón es muy sencilla. Desde la entrada se seleccio-
na un determinado perfil de usuario, cosa que antes no se
hacía. Es una manera de gestionar los flujos y de alcanzar
los objetivos. Imagínese las tensiones con los usuarios en
el vestíbulo pero también entre los compañeros en las dis-
tintas plantas …
De hecho, en la recepción hay un letrero que dice en lin-
gala, inglés, … que si las personas no dominan suficiente-
mente el francés, pueden ser recibidas por uno de nuestros
compañeros que las derivará a otra estructura. ¿Por qué?
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Porque sabían en la Misión Local que con ese público la
probabilidad de llegar a un resultado positivo en términos
de inserción era muy escasa o nula … Se trata también
de poder reducir la fila alcanzando a la vez los resultados
esperados. (…) Terminas convirtiendo una asociación sin
ánimo de lucro, que pretendía ser de proximidad, en una
institución en desplome desfasada con las realidades del
terreno en el que opera. (…) Al final, estos procedimientos
de activación crean y generan ellos mismos estos prejui-
cios, a través de los trabajadores sociales, a base del idio-
ma o de otras condiciones previas que te alejan más del
trabajo que otra cosa”.
De esta manera, los dispositivos inicialmente creados para
las personas muy alejadas del mercado laboral – desocializadas
y calificadas como inempleables o poco empleables – son ellos
mismos desmantelados por una gobernanza a base de las cifras.
Quedan invisibilizadas para que las políticas llevadas a cabo sean
juzgadas eficaces y respondan a los requerimientos de alcan-
zar una determinada cuota de reincorporación al empleo. Estos
análisis se suman a los de Pascal Martin (2011) en otro contexto,
el de una caja primaria de seguros de enfermedad, en cuanto a la
racionalización del tiempo de trabajo como estrategia de adap-
tación de los trabajadores que puede causar un deterioro de los
servicios (Libois, 2014), formas de desprofesionalización (Artois,
2014) y de relegación de públicos, …
“Nosotros ya lo hemos entendido. A los amigos les de-
cimos que no sirve de nada venir a la Misión Local. Hay
que encontrar otra cosa para evitar los problemas y las
convocatorias”. Declaraciones de un usuario de las Mi-
siones Locales.
Estos públicos se quedan sin ningún tipo de acompañamiento
que les pueda ofrecer una oportunidad de inserción profesional,
pero a la vez siguen viajando dentro de la red de dispositivos
creada por el estado de intervención. Este uso indebido de la
herramienta de inserción es duramente criticado por los mismos
trabajadores de las Misiones Locales. Algunos lo viven como un
verdadero sufrimiento, otros lo definen como un malestar, una
“pérdida de sentido”, una “falta de ánimo en el trabajo”. Este tra-
bajador experimentado incluso va más allá declarando:
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“Contrariamente a lo que oigo a veces, no hay que tirar
la piedra a los compañeros. Están verdaderamente arrinco-
nados. El otro día oí a uno de tus [entrevistador] compañe-
ros de la universidad que decía que el estado social activo
es aplicado por los trabajadores sociales. Me pareció un
poco violento porque todas las contradicciones se derivan
hacia abajo pero nosotros abajo hacemos lo que podemos.
¡Y eso muy a menudo se olvida! Nos arreglamos como po-
demos para hacer un trabajo que todavía tiene sentido,
pero la responsabilidad es traspasada en cascada desde el
nivel político hasta los usuarios más alejados del mercado
laboral. Y a todo el mundo le parece normal”.
Este extracto ilustra el delicado tema del margen de maniobra
de los trabajadores sociales del sector de la inserción sociopro-
fesional que se ve acorralado por las tensiones que generan las
discrepancias entre el sentido ideal de su actividad profesional y
los requerimientos político-institucionales.
CONCLUSIÓN
Estamos asistiendo a lo que en francés se denomina una cha-
landisation (Chauvière, 2007) o mercantilización del sector de la
intervención social que hoy en día está profundamente marcado
por la ideología del gerencialismo, lo cual se traduce en una ba-
nalización más o menos mercante de lo social y en una domina-
ción por la lógica financiera (Sanchez-Mazas & Tschopp, 2010).
Hemos pasado a una normalización de los modelos de gestión
que se expanden pero que no evolucionan al mismo ritmo en
todos los organismos de prestaciones sociales. Estos modelos
de gestión preestablecidos, importados del sector público o pri-
vado, no siempre están adaptados a la realidad social de las aso-
ciaciones del sector de la inserción profesional.
Las Misiones Locales bruselenses, pero más en general el sec-
tor en su conjunto, se ven afectadas de lleno por las reconfigura-
ciones del modelo de gobernanza de sus instituciones y organi-
zaciones. La voluntad de cuantificar las actividades realizadas por
los profesionales y los beneficiarios, con la finalidad inicialmente
muy encomiable de mejorar y emular las prestaciones sociales,
crea efectos perversos que hay que visibilizar y cuestionar.
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En este sentido, hemos comprobado en una primera fase una
reorganización del tiempo así como de la organización prescri-
ta pero también real del trabajo como consecuencia de la intro-
ducción del sistema de evaluación a base de cifras. Una presión
creciente sobre los profesionales cuyas actividades anteriores de
reincorporación al empleo de los beneficiarios en su gran mayoría
no se toman en cuenta y por lo tanto son invisibilizadas por las
evaluaciones cuantitativas. Este cambio ha provocado a su vez
una modificación del perfil precario de los beneficiarios hacia un
perfil que calificaríamos, igual que hicieron los trabajadores en-
trevistados, de más empleables. Los profesionales bajo presión
no pueden arriesgarse a recibir una evaluación negativa dado
que su asociación podría perder las subvenciones y, por lo tanto,
ellos su empleo, debido a lo cual realizan un filtrado de entrada
olvidándose de su misión primaria. Por otra parte, los profesio-
nales se movilizan en contra de estos nuevos modelos de ges-
tión que causan para ellos una pérdida de sentido a nivel de sus
prácticas profesionales, e incluso un verdadero sentimiento de
molestia y malestar. El organismo que subvenciona, por su parte,
puede jactarse de prestaciones sociales eficaces invisibilizando
los públicos más precarios sin preguntarse cómo se alcanzaron.
En definitiva, tal como explica Ogien (2013), hay que desa-
cralizar el uso de las cifras en las evaluaciones partiendo del he-
cho de que numerosas tareas realizadas, y es particularmente
el caso en el sector social y las profesiones relacionales, no se
dejan cuantificar.
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