
Marco Teijón Alcalá
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Acciones e Investigaciones Sociales. ISSN: 1132-192X, Núm. 42 (2021). Págs. 209 a 240
https://doi.org/10.26754/ojs_ais/ais.2021426235
presente estudio en el que nos hemos centrado en un ámbito muy
específico, como es el de la actividad deportiva, y donde hemos
adaptado todas nuestras variables de interés (dependientes, inde-
pendiente y de control, especialmente las emociones negativas)
al contexto propio en el que se desarrolla la investigación. Esta
diferencia, para muchos autores, no debería ser determinante, ya
que la TGF es presentada como una teoría general del delito dise-
ñada para explicar cualquier forma de delincuencia (y de conduc-
ta desviada). Sin embargo, en este estudio consideramos que las
asunciones de la teoría serán más ajustadas en la medida que se
centren en esferas específicas de la actividad social (Merton, 1938,
1968), más si cabe si trata de un ámbito, como el del deporte, que,
según el propio Merton (1968), representa una de esas esferas cul-
turales, con estructura anómica, que promueve la desviación17.
Como advertimos más arriba, creemos que Agnew (2001,
2007) se muestra un tanto ambiguo y no profundiza ni enumera
las fuentes de frustración que, por ejemplo, generan más pre-
sión hacia la desviación. En este aspecto, se limita a mencionar
que existen unas características de algunas fuentes de frustra-
ción que, en sí mismas, representan un incentivo para la infrac-
ción. Sin embargo, Agnew (2013), salvo una breve referencia
(algo de pasado) al hecho de que tener amigos delincuentes
genera mayor presión o incentiva al delito, no específica qué ca-
racterísticas o variables concretas ejercen esa mayor influencia.
De hecho, los estudios implementados dirigidos a identificar las
fuentes de frustración más criminógenas simplemente incluyen
en sus análisis aquellas que han aparecido mayormente asocia-
das al delito, pero no explican por qué, cuándo o cómo esas ca-
racterísticas concretas generan mayor presión hacia el delito18.
17 Para Merton (1968), el ámbito del deporte tiene una estructura anómica, en
donde la cultura dominante impone a todos los individuos unos ideales de éxito
universales (la victoria), donde, además, pone un elevado énfasis en los resulta-
dos, pero que, en ocasiones, relativiza la importancia de los medios necesarios
para su consecución (Teijón Alcalá, 2018).
18 En consecuencia, los estudios implementados al respecto se han limitado a
incluir en sus investigaciones las fuentes de frustración que han considerado más
criminógenas y han analizado su relación con diferentes conductas delictivas. Ag-
new (2001: 323-326) identifica hasta diez fuentes altamente criminógenas. Moon
y sus colegas identificaron ocho (ver Moon, Morash et al., 2009; Moon, Hays et
al., 2009), Paternoster y Mazerolle (1994), cuatro, y así, encontramos otros es-
tudios. Prácticamente todos ellos señalan al bloqueo de frustración como una
fuente de frustración criminógena.