SINDIWE MAGONA Y LA VIDA EN COMUNIDAD:  
SOLIDARIDAD SUDAFRICANA EN FORCED TO  
GROW Y WHEN THE VILLAGE SLEEPS  
SINDIWE MAGONA AND COMMUNITY LIFE:  
SOUTH AFRICAN SOLIDARITY IN FORCED TO  
GROW AND WHEN THE VILLAGE SLEEPS  
ISABEL GIL-NAVEIRA  
Universidad de Oviedo  
Resumen  
Desde la abolición del apartheid, Sudáfrica ha intentado transmitir la idea  
de unidad entre comunidades; sin embargo, en su estudio sobre la solidaridad  
panafricana, Steven L. Gordon (2023) incide en la preocupación por los altos  
niveles de antagonismo interracial en la llamada nación arcoíris. Partiendo de una  
perspectiva postcolonial, este artículo explora dos obras de la escritora sudafricana  
Sindiwe Magona: la segunda parte de su autobiografía, Forced to Grow (1992), y la  
novela When the Village Sleeps (2021). A través del concepto de solidaridad entre  
comunidades, estudiado por Edith Stein, entre otros, se analizan ambas obras y  
sus reflejos de los movimientos sociales y religiosos en Sudáfrica en las décadas de  
sus publicaciones —los años previos a la abolición del apartheid y a principios de  
la década de 2020— para identificar la lucha de Magona contra la opresión del  
sistema del apartheid y sus consecuencias en las décadas posteriores. El artículo  
pretende probar que el papel de la autora en su comunidad se transforma con el  
tiempo en un papel político y social, convirtiéndose sus escritos en herramientas  
para promover el apoyo social y la unión entre comunidades.  
169  
Palabras clave: solidaridad, comunidad, Sindiwe Magona, Sudáfrica.  
Abstract  
South Africa has been trying to transmit the idea of unity among communities  
since the abolition of apartheid; however, Steven L. Gordon’s study on Pan-  
African solidarity (2023) signals the worrying levels of interracial antagonism in the  
miscelánea 72 (2025): pp. 169-187 ISSN: 1137-6368 e-ISSN: 2386-4834  
Isabel Gil-Naveira  
rainbow nation. From a postcolonial perspective, this article delves into two books  
by South African writer Sindiwe Magona: the second part of her autobiography,  
Forced to Grow (1992), and the novel When the Village Sleeps (2021). Under the  
concept of solidarity among communities, studied by Edith Stein, among others,  
this article will analyse both books and their reflection of the social and religious  
movements in South Africa in the decades they were published —the years prior  
to the abolition of apartheid and the early 2020s— to identify Magona’s struggle  
against the oppression of apartheid and its consequences in the following decades.  
My contention is that Magona’s role within her community evolves into a political  
and social role and, hence, her writings become a tool to foster social support and  
union among communities.  
Keywords: solidarity, community, Magona, South Africa.  
1. Introducción  
Sudáfrica es conocida como la nación arcoíris,1 una nación que aúna once lenguas  
y tradiciones culturales muy diversas entre sí y que ha intentado transmitir, desde  
la abolición del apartheid, la idea de unidad a través de símbolos como la bandera  
arcoíris y sus seis colores (Bornman 2006: 384). Sin embargo, en su reciente  
artículo sobre la solidaridad panafricana en Sudáfrica, Steven Lawrence Gordon  
(2023) comparte la preocupación de otros autores contemporáneos (Gibson  
2009; Finchilescu y Tredoux 2010; Durrheim et al. 2011) por los altos niveles  
de antagonismo interracial. Diversas formas de discriminación racial y esclavitud  
ya existían en Sudáfrica antes del siglo XX, pero fue en 1948 cuando el Partido  
Nacionalista Purificado implantó el sistema del apartheid,2 un sistema de coerción  
draconiano cuya legislación, en particular la Ley de Registro de Población de  
1950, clasificaba a la población en grupos raciales: negros, en ocasiones llamados  
bantú; blancos, en ocasiones se distingue entre la población de origen británico  
y habla inglesa y la población de origen holandés y habla afrikáans; hindúes; y  
coloured (mestizo o ‘de color’), término que englobaba a lo que se consideraba  
población mestiza, la cual había sido llevada a Sudáfrica desde otras zonas de África  
o Asia. Esta clasificación racial no solo ha definido la realidad social del país durante  
décadas, sino que conlleva una subdivisión de estos grupos —ocasionalmente  
basada en diferencias reales, como las divergencias lingüísticas que se asocian a  
sub-identidades étnicas, y en otros casos basada en diferencias creadas o exageradas  
por el sistema político del apartheid (Finchilescu y Tredoux 2010: 227) con fines  
económicos y políticos—.  
170  
Gillian Finchilescu y Colin Tredoux (2010) aluden a las numerosas investigaciones  
socio-psicológicas llevadas a cabo durante las décadas de 1930 a 1980 por autores  
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Sindiwe Magona y la vida en comunidad  
como Ian D. MacCrone (1949), Thomas F. Pettigrew (1960) y Pierre L. Van  
den Berghe (1962) para analizar las distintas actitudes entre los diferentes grupos  
raciales en Sudáfrica, señalando sus resultados un evidente antagonismo interracial.  
En concreto, resaltan los prejuicios mutuos entre la comunidad blanca de origen  
holandés y los grupos negro, hindú y de color (Finchilescu y Tredoux 2010). Con  
la abolición del sistema del apartheid en 1994, tras las primeras elecciones libres y  
la llegada al poder de Nelson Mandela, llega también una incertidumbre social.3  
La división racial y social perpetuada durante décadas perdura en la sociedad  
sudafricana, y autores como Edward LiPuma y Thomas A. Koelble señalan la  
inseguridad que sentía parte de la población blanca en 1995 y su temor al trato  
que pudieran recibir por parte del nuevo gobierno. También aludían a la idea de  
solidaridad que debería permear la cultura pública del país como parte del proceso  
de reconciliación que experimentaría Sudáfrica. Para estos autores, la simbología  
de la nación arcoíris del gobierno de Mandela pretende sustituir la violencia en la  
que se basaba el régimen anterior con solidaridad (LiPuma y Koelble 2011: 5).  
De este modo, Mandela apelaría a la solidaridad de las diferentes comunidades del  
país, que deberían aceptar el multiculturalismo de Sudáfrica, dejando a un lado el  
racismo y las experiencias pasadas y abrazando la nación multicultural de la que  
todos formarían parte (20).  
171  
No obstante, la falta de cohesión social y su evolución desde el siglo XX al XXI  
han perdurado en el tiempo. Autores como Elirea Bornman (2022) centran  
sus estudios en la evolución de la sociedad sudafricana, comparando el orgullo  
nacional en Sudáfrica en 1998 y la falta de orgullo nacional en la actualidad.  
Gordon (2023), por otro lado, insiste en la conexión entre la falta de identificación  
de los sudafricanos con el continente africano y la falta de cohesión social presente  
a día de hoy en Sudáfrica, mientras que Toks Dele Oyedemi (2021) analiza las  
generaciones nacidas tras la abolición del apartheid para concluir que siguen siendo  
víctimas postcoloniales. Más aún, estas generaciones han retomado el concepto de  
decolonización como parte de su identidad y de las respuestas culturales a la utopía  
post-apartheid (Oyedemi 2021: 214).  
Partiendo de una perspectiva postcolonial, este artículo pretende analizar dos  
obras de la reconocida escritora sudafricana Sindiwe Magona, Forced to Grow  
(1992), la segunda parte de su autobiografía publicada pocos años antes de la  
abolición del apartheid,4 y la novela When the Village Sleeps (2021), publicada tras  
la pandemia de Covid-19. A través del concepto de solidaridad entre comunidades,  
estudiado por Edith Stein, entre otros, se analizarán ambas obras y su reflejo de los  
movimientos sociales y religiosos en Sudáfrica en las décadas de sus publicaciones  
para identificar la lucha de Magona contra la opresión del sistema del apartheid y  
sus consecuencias en las décadas posteriores. Este artículo argumenta que el papel  
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de Magona en su comunidad se transforma con el tiempo en un papel político y  
social, convirtiéndose sus escritos en herramientas para promover el apoyo social  
y la unión entre comunidades. Se pretende probar que la intención de Magona  
es recordarle a la sociedad sudafricana la importancia de la unión y de conceptos  
tradicionales como el concepto sudafricano de Ubuntu5 —fuertemente ligado a  
la idea de comunidad— para preservar la existencia y buen funcionamiento de  
la sociedad sudafricana. Así, se pretende demostrar que estas obras tratan de  
promover un apoyo social y una unión ante las distintas problemáticas de cada  
comunidad, que parecen haberse perdido en las últimas décadas según los estudios  
de Bornman, Gordon y Oyedemi previamente mencionados.  
2. Comunidad, sociedad y solidaridad  
En su reciente artículo “Sobre los conceptos de solidaridad y de dignidad humana”,  
el filósofo Manuel Atienza recoge “las ambigüedades que aqueja[n] a la idea de  
solidaridad […] que permite un doble uso ideológico” (2023: 31). Por una parte,  
encontraríamos la solidaridad como “la defensa del nacionalismo, del racismo y de  
la xenofobia [y donde] los miembros del grupo [comparten] unos mismos valores  
que constituirían sus señas de identidad” (31). Es decir, la idea de ‘nosotros’ frente  
a ‘ellos’, el concepto de ‘otredad’ que utilizó Edward Said (1978) en términos  
(post)coloniales. Por otro lado, Atienza alude a la conexión que el filósofo Javier  
de Lucas establece entre la solidaridad y “la lucha contra la exclusión, con la defensa  
de valores universalistas […] y de sociedades abiertas, pluralistas e igualitarias”  
(31), que se relaciona con el concepto postcolonial de ‘alteridad’. En este segundo  
uso se entiende la solidaridad siguiendo los parámetros de “caridad […] amistad,  
philia, benevolencia o fraternidad”, y como una figura jurídica que conecta la  
solidaridad con los conceptos de igualdad, necesidades básicas y deberes positivos  
de los miembros de la comunidad (32).  
172  
Es Émile Durkheim (1985), en el ámbito de la sociología, quien relaciona  
inicialmente los conceptos de solidaridad y sociedad, considerando la existencia de  
una “solidaridad mecánica”, que se basa en las semejanzas de los miembros, y una  
“solidaridad orgánica”, que se relaciona con la división del trabajo. Edith Stein,  
a su vez, diferencia los conceptos de comunidad y sociedad según la relación que  
los individuos establecen entre ellos. Así, en la comunidad habrá una “vinculación  
natural y orgánica” mientras que en la sociedad existirá una “vinculación racional  
y mecánica” (2005: 344). En lo referente a la relación entre solidaridad, sociedad  
y comunidad, Stein establece que  
cuando una persona se sitúa como sujeto ante otra persona como objeto, la examina  
y la “trata” según un plan establecido basado en el conocimiento adquirido y  
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Sindiwe Magona y la vida en comunidad  
obtiene de ella los efectos pretendidos, entonces ambas conviven en sociedad. Por  
el contrario, cuando un sujeto acepta al otro como sujeto y no sólo está ante él sino  
que además vive con él y es determinado por sus movimientos vitales, en este caso  
los dos sujetos constituyen entre sí una comunidad. En la sociedad cada uno se halla  
absolutamente solitario. […] En la comunidad reina la solidaridad. (344)  
Teniendo en cuenta que “la comunidad sin una sociedad es posible, pero que no  
lo es la sociedad sin una comunidad” (345), la comunidad —condicionada por  
factores espaciotemporales y por valores éticos, estéticos, religiosos o culturales—  
se vuelve algo esencial. Sus miembros pasan también a tener un papel primordial,  
puesto que  
[e]l “núcleo” de una comunidad, a partir del cual se plasma su carácter y que  
garantiza su permanencia a la comunidad, lo constituyen los portadores de la vida  
comunitaria. […] Cuanto más numerosos sean los portadores que apoyen a una  
comunidad y cuanto más extensa sea la entrega que hagan de sí a la comunidad, tanto  
más sólida será la existencia de la misma, y tanto más segura será su manifestación  
al exterior. (490)  
En su estudio del hombre social y el hombre comunitario,6 Stein establece que  
para el hombre comunitario que pretende guiar a su comunidad “serán decisivos  
los deseos, las necesidades, los intereses del pueblo, que él […] hace que influyan  
inmediatamente sobre sí” (345). Pero no solo las relaciones que han de establecerse  
entre los miembros de una comunidad resultan relevantes, sino que las que se  
establecen entre comunidades a través de sus individuos también repercuten en la  
comunidad hasta el punto de que se puede crear una nueva comunidad.  
173  
Esta definición de comunidad en relación con el individuo, así como la relación  
entre solidaridad y sociedad descritas por Stein, se asemejan enormemente  
al concepto de Ubuntu, que se podría traducir como ‘yo soy porque tú eres/  
nosotros somos’. Este concepto tradicional señala la importancia del individuo  
dentro de la comunidad y, por ende, dentro de la sociedad en general. Líderes  
como Nelson Mandela (Stengel 2009) y Desmond Tutu (1999) aludieron a  
esta relación entre el individuo y la comunidad, destacando la importancia de la  
humanidad y la compasión que ha de mostrarse a los iguales. Según el concepto de  
Ubuntu, el individuo forma parte de la comunidad y la comunidad está compuesta  
de individuos, siendo los éxitos y el bienestar de los unos la clave de los éxitos y  
el bienestar de los otros. O lo que es lo mismo, la comunidad y la sociedad están  
supeditadas a la existencia o no de solidaridad entre los miembros de esa misma  
comunidad.  
El filósofo y sociólogo Michel Foucault analizó el concepto de poder y cómo  
éste se estructura, promoviendo la idea de que “no existe un único poder en una  
sociedad, sino que existen relaciones de poder extraordinariamente numerosas,  
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múltiples, en diferentes ámbitos” (1999: 277), como las relaciones sexuales, el  
poder político y el poder económico, y que se podrían estudiar “desde el punto  
de vista de la psiquiatría, de la sociedad, de la familia” (278). Es decir, si las  
relaciones entre individuos son políticas, no podremos cambiar la sociedad a no ser  
que cambiemos estas relaciones. Por este motivo, resulta especialmente relevante  
para este artículo entender las relaciones que se establecen en Sudáfrica entre las  
distintas comunidades, oprimidas o no. A este respecto, Óscar Pérez de la Fuente  
señala la coalición multicolor que propone Iris Marion Young (2000), en la que  
“cada uno de los grupos que la constituyen afirma la presencia de los otros, así  
como la especificidad de su experiencia y perspectiva respecto de las diversas  
cuestiones sociales” (Pérez de la Fuente 2021: 33), como una posibilidad para la  
aparición de sinergias entre minorías, forjando “lazos de solidaridad, desde una  
política de coalición” (35).  
Esta conexión entre la solidaridad, la comunidad y el mundo político y social es  
aplicable al estudio de la vida y obras de la autora sudafricana Sindiwe Magona.  
Nacida en la zona rural de Ciudad del Cabo en 1943 (Shober 2021), Magona  
pertenece a la comunidad Xhosa o AmaXhosa, una de las seis naciones catalogadas  
bajo la etiqueta de bantú7 por el sistema del apartheid, por lo que vivió gran parte  
de su juventud en Guguletu, uno de sus distritos segregados.8 En la década de 1960  
Magona aunaba ya una serie de características que la relegaban a un segundo plano,  
tanto para el gobierno y la sociedad sudafricana como para su comunidad. El hecho  
de haber sido abandonada por su marido en 1966, con 23 años y embarazada de su  
tercer hijo, restringía sus posibilidades laborales, siendo la economía sumergida la  
única opción posible durante un tiempo. Más adelante, como mujer negra casada,  
Magona sólo podría ejercer su profesión de profesora en puestos temporales,  
independientemente de si su marido estaba presente y contribuía o no a la economía  
familiar. La obra autobiográfica Forced to Grow relata esta situación, señalando que  
“[p]ermanent posts were for real breadwinners — all men, irrespective of their  
marital status, and also unmarried women” (Magona 1992: 45). Por otro lado, el  
abandono sufrido también suponía un cambio en la posición de Magona y de sus  
hijos en la comunidad. Las mujeres abandonadas por sus maridos, o idikazi, eran  
discriminadas o, como se recoge en la autobiografía, para su comunidad pasó a ser  
“a woman alone, a woman considered by consequence of that fact alone as morally  
bankrupt” (48). Sin embargo, es desde esta posición de otredad que Magona  
se involucra en acciones sociales y se convierte en un miembro relevante en su  
comunidad, ejerciendo, como defiende este artículo, prácticas de resistencia que  
van de lo local a lo global, ante el fracaso del gobierno en las mismas.  
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En su análisis sobre Michel Foucault y Maurice Blanchot, Carolina Villada Castro  
alude a la figura del intelectual como vigía o centinela anónimo, “una voz anónima  
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Sindiwe Magona y la vida en comunidad  
que se dona a los anónimos, no para hablar ‘por’ los ausentes ni para hablar ‘en  
lugar de’ los ausentes, sino justamente para nombrar su ausencia e inaccesibilidad”  
(2020: 198). De este modo, el intelectual o escritor se expone a sus propios límites,  
planteándose de nuevo las ideas de otredad y alteridad mencionadas anteriormente.  
Así, en su definición de la pasividad, Blanchot establece que:  
En la relación de mí (lo mismo) con El Otro, El Otro es el lejano, lo ajeno, mas  
si invierto la relación, El Otro se relaciona conmigo como si yo fuese Lo Otro y  
entonces me hace salir de mi identidad, apretándome hasta el aplastamiento,  
retirándome, bajo la presión de lo muy cercano, del privilegio de ser en primera  
persona y, sacado de mí mismo, dejando una pasividad privada de sí (la alteridad  
misma, la otredad sin unidad), lo no sujeto, o lo paciente. (1990: 23)  
Este artículo plantea que las obras de Magona a analizar, Forced to Grow y When  
the Village Sleeps, revelan su responsabilidad social como escritora, o en palabras  
de Gugu Hlongwane “[b]y confronting a South Africa that is not a homogeneous  
monolith, she thus ‘writes home’ to a future South Africa which will eventually, if  
gradually, have to learn how to transgress the stubborn boundaries of race, class  
and gender” (2004: 50).  
175  
3. Solidaridad en Forced to Grow: Asociaciones sociales  
y religiosas intercomunitarias  
En la obra autobiográfica Forced to Grow (1992) Sindiwe Magona narra su lucha  
por obtener una educación, un trabajo fuera de la economía sumergida y la  
igualdad de oportunidades para ella y sus hijos durante las décadas de 1960 a  
1980 en Sudáfrica, así como su experiencia en el exilio —en los Estados Unidos—  
y su decisión de abandonar un país que se resistía aún al cambio. Este artículo  
aduce que Magona traslada sus experiencias personales como parte de su lucha por  
transformar tanto su comunidad como la sociedad sudafricana, desempeñando, por  
tanto, un papel político y social en las mismas. Su personaje, Sindiwe, evoluciona  
con el paso del tiempo en lo que respecta a su relación con la comunidad, hasta el  
punto en que, en un intento por promover una transformación social y política en  
Sudáfrica, se involucra en diversas asociaciones civiles y religiosas que intentaban  
promulgar la igualdad entre las razas divididas por el sistema del apartheid.  
La década de 1970 se caracteriza por una serie de movimientos que luchan por  
las cuestiones sociales y políticas que acaecen al país desde el apartheid. Magona  
relata en su autobiografía la creación de “women’s groups and […] youth groups,  
church groups and secular groups, political groups, non-political groups and  
apolitical groups” (1992: 121) que intentaban resistir a las políticas ejercidas por  
el estado. En su lucha por el cambio, el primer paso del personaje fue unirse en  
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1969 a la National Council of African Women, que le ayudó a verse a sí misma  
“as someone who could do something out there […] that [she] had the right  
and, indeed, the obligation to intervene in situations of distress” (80-81). De este  
modo, la obra comienza a establecer la solidaridad entre comunidades como una  
vía adecuada para conseguir una Sudáfrica unida. La decisión del personaje de  
trabajar posteriormente en Asuntos Sociales, con la intención de mejorar la vida  
de la población no blanca, también refleja la situación social y las necesidades del  
momento. Según Finchilescu y Tredoux, “[t]he demography and socioeconomic  
inequality of South Africa are obstacles to the potential positive effects of  
intergroup contact” (2010: 232). Esta idea se refleja en su autobiografía en la  
crítica de Magona hacia el sistema y las instituciones gubernamentales. De hecho,  
la falta de iniciativas de fomento de la igualdad y la aceptación de separación que  
el sistema promovía en parte de la población determinan su abandono de toda  
esperanza que pudiera haber puesto en él y su posterior decisión de dejar su trabajo  
y centrarse en otro tipo de asociaciones.  
Por otra parte, la relación entre la iglesia y el estado en Sudáfrica pasó por distintas  
fases a lo largo de los años. Hasta mediados del siglo XX existieron tres fases:  
‘aceptación incondicional’ (de la iglesia hacia el estado) durante el período de  
colonización holandesa (1652-1800); ‘aceptación crítica’ durante la colonización  
británica (1800-1911), en la cual la mayoría de los misioneros criticaban tanto al  
estado como a la iglesia y luchaban por los derechos de las comunidades negras; y  
‘oposición crítica’, durante las primeras décadas de la Unión Sudafricana (1912-  
1960), en las que algunas secciones de las iglesias de la población blanca y la  
mayoría de las de la población negra estaban en contra de la legislación contra  
la población negra (Kumalo 2014). De 1961 a 1990, con la implantación plena  
del sistema del apartheid, encontramos una relación de ‘testigo profético’, donde  
destacan movimientos religiosos y líderes como Desmond Tutu (Kumalo 2014).9  
Es durante esta fase, en 1973, que el personaje de Magona “became, quite by  
accident, a member of Church Women Concerned. [This] marked a turning-point  
in [her] life” (1992: 122). Resulta interesante la apertura que esta asociación  
religiosa promulgaba, más allá de las barreras raciales establecidas, y que el  
personaje presenta como posible, a pesar de la política separatista de la época:  
176  
In this group I met women who were white — not white women. I met women who  
were classified coloured — not coloured women. I met women of Indian descent.  
For the first time in my life, in my thirtieth year, I encountered people — yes, with  
a different colour skin, but they were people first. They spoke with me, person to  
person. We shared ourselves. They listened to what I had to say. I, in turn, heard  
what they said. (122)  
Esto coincide con el planteamiento de Stein cuando asegura que “[e]n lo que  
respecta a la influencia recibida de la subjetividad ajena, habrá que considerar no  
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Sindiwe Magona y la vida en comunidad  
sólo a los individuos que se hallen fuera de la comunidad, sino también a los  
contactos con otra comunidad distinta” (2005: 415). Así, la importancia de  
las relaciones que estas mujeres establecieron no radica exclusivamente en los  
cambios promovidos a nivel individual, sino que supone un acercamiento entre  
comunidades, como se aprecia en las afirmaciones de Sindiwe: “I discovered  
human beings in these white women and, through them, in their families” (1992:  
122-123). Más aún, Magona pone de ejemplo a estas mujeres que visitaron las  
casas y lugares de reunión de las distintas comunidades con la idea de mostrar al  
resto de la población que la convivencia era no solo posible, sino deseable. Como  
plantea la autora, el objetivo era promulgar un cambio de actitud “[u]nder the  
broad umbrella of religion” (128), consiguiendo que mujeres relevantes en su  
comunidad se vieran a sí mismas como “an agent for change” (129). Esta idea, que  
comparten y transmiten a través de su literatura escritoras africanas de generaciones  
previas, como la ghanesa Ama Ata Aidoo y la nigeriana Buchi Emecheta, podría  
ayudar en la creación de “una nueva comunidad que abarca[se] en sí a la antigua  
comunidad y al ‘elemento animador’ que llega hasta ella desde fuera […] tales  
influencias no afectan a la comunidad independientemente de los individuos que  
pertenecen a ella, sino que los individuos son afectados, y en ellos es afectado todo  
el conjunto” (Stein 2005: 415-416, énfasis en el original).  
177  
Perseguir una educación mejor y las oportunidades que esta le podía brindar  
en un futuro también son presentados como fundamentales, así el personaje de  
Magona forma parte de organizaciones educativas como SACHED (South African  
Committee for Higher Education), que le permitió “meet, interact with and get  
to know people who were classified differently from [her]. […] Suddenly, [she]  
was part of a brilliant rainbow, partaking of the wealth of human diversity that  
is South Africa’s” (1992: 102). Para Stein “la solidaridad de los individuos, que  
se hace visible en la influencia de las actitudes de un individuo sobre la vida de  
otro individuo, es capaz en sumo grado de constituir comunidad”, pero para que  
exista esta vida comunitaria han de cumplirse ciertas condiciones de reciprocidad,  
es decir, los individuos deben estar “‘abiertos’ recíprocamente [y] las actitudes de  
un individuo no [deben chocar] contra el otro, sino [penetrar] en él y despl[egar]  
su eficacia” (2005: 423, énfasis en el original). Finchilescu y Tredoux aluden, a su  
vez, a la hipótesis del contacto intergrupal, estudiada en la década de 1950 por  
Gordon Allport, como medio para mejorar la sociedad sudafricana a comienzos  
del siglo XXI, puesto que aseguraba que “prejudice will be reduced if members  
come into contact under a number of optimal conditions” (Finchilescu y Tredoux  
2010: 230). No obstante, estudios posteriores sobre el contacto intergrupal, como  
el de Pettigrew en 1998, han continuado analizando la importancia de la amistad y  
sus efectos en las relaciones entre grupos sin llegar a unos resultados concluyentes  
en cuanto a si este contacto puede realmente eliminar los prejuicios establecidos  
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(231). A pesar de ciertas experiencias positivas del personaje de Magona, no todos  
los miembros de la comunidad ni de las comunidades vecinas participaban de sus  
inquietudes; de hecho, cabe destacar cómo en la autobiografía “el miedo a lo  
desconocido provoca el rechazo y la falta de comprensión” (Gil-Naveira 2019:  
228). La crítica de Magona al momento social vivido durante el apartheid se  
ve reflejado en el rechazo que sufre su personaje por no estar subordinada a la  
clasificación racial establecida, ser independiente y establecer lazos de amistad con  
otras comunidades y razas, lo que suponía un ultraje a su comunidad y sociedad,  
así como un peligro para su integridad física.  
La última referencia en la obra autobiográfica a las asociaciones creadas y a la  
solidaridad entre comunidades viene de la mano de lo que comenzó como una  
revuelta estudiantil en Soweto en 1976 contra la denominada Educación Bantú, y  
que derivó en una serie de disturbios de fama internacional. Sindiwe, involucrada  
en la asociación Church Women Concerned, acudió a Cape Town a una reunión “of  
women of all colours, languages and races, irrespective of class” (Magona 1992:  
165), que dio lugar al Women’s Movement, siendo Sindiwe parte de “its Executive  
Committee until late 1978 when [she] bowed out of all bridge-building and all  
attempts at working for peaceful change in South Africa” (166). El desencanto  
que demostró el personaje cuando abandonó su trabajo en Asuntos Sociales se  
repite de nuevo al final de la autobiografía. Con su viaje a los Estados Unidos,  
el personaje comienza a mirar a Sudáfrica “from a distance, perhaps for the first  
time dispassionately” (182). Su vuelta del exilio señala un cambio de vida: Sindiwe  
deja a un lado su faceta pública en las asociaciones para centrarse en la escritura.  
Pese a que sus escritos no son públicos aún, puesto que no tenía referentes y no  
confiaba en sus posibilidades de comenzar una carrera narrativa, sí son un modo  
de responder a todas las injusticias del país, el primer paso hacia las obras que la  
propia Magona comenzaría a publicar en la década de 1990, consiguiendo con  
ellas “not only [to] encourage other women to write, but also to challenge, resist,  
and participate at a political level” (Koyana 2001: 64-65).  
178  
4. When the Village Sleeps y el futuro de la sociedad  
sudafricana  
When the Village Sleeps (2021) es quizás una de las novelas más complejas de  
Magona hasta la fecha, no solo porque narra la vida de varias generaciones de  
una familia sudafricana, sino por todas las problemáticas históricas, sociales y  
políticas que se desarrollan y que son indispensables para descubrir la realidad  
sudafricana en el siglo XXI. A través de referencias a episodios vividos por las  
diferentes generaciones de mujeres en la familia protagonista, la novela alude a la  
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Sindiwe Magona y la vida en comunidad  
falta de evolución de la sociedad sudafricana desde el apartheid. Aunque autores  
como Finchilescu y Tredoux señalan la evolución política y social de Sudáfrica  
desde su independencia hasta los primeros años del siglo XXI, tras conseguirse  
supuestamente la igualdad entre las razas, también insisten en que la realidad era  
bien distinta para la mayoría de los sudafricanos negros, que no veían cubiertas sus  
necesidades básicas, enfrentándose a altos niveles de desempleo y dificultades en el  
acceso a la educación, la vivienda y la sanidad (2010: 226).  
Estas diferencias entre los distintos grupos sudafricanos en el ámbito social se han  
visto a su vez reflejadas en las relaciones personales establecidas entre los grupos.  
En la primera década post-apartheid se anticipaba “more intergroup contact, of  
better quality, and this may be expected to lead to the breakdown of hostilities and  
a general improvement in intergroup relations” (231). Sin embargo, los estudios  
realizados por James Gibson y Christopher Claassen (2010) señalan que, mientras  
los grupos minoritarios tenían más contacto entre ellos, lo que llevó a una mejoría  
en las relaciones sociales, los prejuicios aumentaron en el grupo mayoritario de  
sudafricanos negros debido, en gran medida, a que eran conscientes del estatus  
devaluado de su grupo social y tenían menos contacto con otros grupos por  
residir en zonas rurales y sufrir altos niveles de desempleo. Siguiendo esta estela,  
en su análisis de la sociedad sudafricana actual, Oyedemi achaca al imborrable  
legado colonial la situación social del país, en el que “that political decolonisation  
achieved through representational participation in an electoral process is merely  
symbolic; it is yet to produce economic and cultural decolonisation” (2021:  
225), para añadir que “deregulation, privatisation, trade liberalisation and other  
‘free market’ ideologies have been unable to address unemployment and social  
inequalities” (220).  
179  
Al igual que con la obra anterior, este artículo pretende mostrar que el papel de  
Magona como escritora no es únicamente compartir su perspectiva respecto a la  
problemática social sudafricana, sino intentar promover un cambio positivo en la  
sociedad del país. Lo que en principio se muestra en la novela como la historia  
lineal de tres generaciones, pasa a ser, con el nacimiento de la bisnieta, una historia  
circular. La ahora bisabuela Khulu, que vivió la mayor parte de su vida durante  
el sistema del apartheid y permanece muy ligada a sus costumbres tradicionales,  
intenta mantener una familia que parece derrumbarse con cada generación.  
Asimismo, una de sus hijas, Phyllis, mantiene a tres hijos, de tres padres distintos,  
con el dinero que le da su madre y con el subsidio que le ofrece el estado, dinero  
que emplea casi en su totalidad en alcohol. La siguiente generación, la nieta de  
trece años, Busi, tiene la oportunidad de estudiar en una buena escuela, pero la  
sociedad que le rodea le lleva a planear quedarse embarazada y dañar la salud  
del feto con alcohol y drogas para cobrar un subsidio mayor que el que cobra su  
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madre, lo que, en su opinión, le permitirá vivir una vida de lujos. Es la bisnieta,  
Mandla, discapacitada por los daños sufridos siendo un feto, la que vuelve a la  
tradición y a una vida comunitaria que se basa en la solidaridad, tanto dentro de su  
comunidad como entre comunidades.  
Las desigualdades sociales se reflejan al comienzo de la novela, en la que Magona  
enfrenta la idea que transmite el gobierno a la sociedad sudafricana contra la  
realidad vista por sus protagonistas. Busi anhela la ayuda que una trabajadora social  
promueve por televisión y la existencia de grupos comunitarios que la fomenten,  
resaltando las diferencias que aún existen en el país entre comunidades. Magona  
también relata la realidad social a la que distintas generaciones se enfrentan,  
mostrando cuán perjudiciales han resultado las ayudas sociales para la población  
negra, en particular. En la novela, las palabras del Ministro de Mujeres, Niños  
y Gente con Discapacidad ante el parlamento vanagloriándose de las ayudas  
—que son televisadas y aceptadas como una verdad absoluta por Phyllis— se  
pueden entender como una crítica de Magona al sistema, ya que estas ayudas  
se convierten en un arma de doble filo que previene el verdadero avance de la  
población:  
180  
‘Do you still remember that you didn’t get any grants from government during  
apartheid? Yes, my friends, if you were classified Bantu you were not allowed to even  
apply for grants. Grants were only given to Whites, Coloureds, Indians and Asiatics!  
But this is your government, and it is doing all in its power to support the poorest  
of the poor. Look at how much money your party, the party in government, spends.  
Hear how much grant money you get every month!’ (2021a: 28-29)  
Oyedemi insiste en que en la Sudáfrica actual las divisiones sociales, culturales y  
económicas entre grupos —y dentro de los propios grupos— son visibles hasta el  
punto en que “the rainbow nationalism ideology is beginning to be questioned.  
[…] It has led to a new form of nationalism fuelled by the anger of unmet  
economic needs and the inequality that the neoliberal capitalist policies continue  
to exacerbate” (2021: 221). Por lo tanto, lo que las generaciones que vivieron  
durante el apartheid consideran un gran avance social en la novela, el hecho de  
que sus descendientes puedan asistir a los mismos colegios que la población blanca,  
solo remarca la falta de oportunidades en otros ámbitos vitales para la generación  
de Busi. De hecho, Busi no solo comprende la precaria situación económica a  
la que se enfrenta, sino que repite el patrón de caer en la misma trampa que su  
madre al intentar depender de las ayudas del estado de por vida, planteándose la  
posibilidad de dañar la salud de su futura hija para obtener un mayor beneficio  
económico, como señala la novela a través de sus pensamientos: “And then Busi  
had a new idea: for a disabled child, the grant must be huge: a thousand… at  
least!” (2021a: 15).  
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Magona establece también una comparativa entre las comunidades rurales y urbanas,  
en lo que respecta a las relaciones entre individuos dentro de la comunidad y a la  
sencillez de una vida que parece escapar de las constricciones económicas presentes  
en las sociedades del siglo XXI. De este modo, la novela muestra las comunidades  
rurales como lugares que destacan por su solidaridad y sentido de comunidad, y  
el personaje de Busi se sorprende al ver a una comunidad en la que “Everybody  
knew everybody else” (104), estableciendo contrastes entre su barrio de Ciudad de  
Cabo y el pueblo en el que reside su abuela y reconociendo cómo el pueblo “had  
changed her, opening her eyes. […] a place where she could just be herself. […]  
The amazing spirit of community co-operation” (121). No obstante, a medida que  
la novela avanza, estas comunidades rurales que parecen haber mantenido una idea  
de solidaridad y comunidad tradicional o pre-colonial se transforman en lugares  
hostiles, donde es habitual encontrar ejemplos de torturas, acusaciones de brujería  
y asesinatos perpetrados por las nuevas generaciones, lo que aduce la degradación  
de la sociedad sudafricana y lo que realmente ocurre en esta sociedad cuando el  
pueblo duerme, como indica el propio título de la novela. Esta sociedad, ya sea  
rural o urbana, ha perdido, según la novela, parte de su identidad. Por consiguiente,  
Magona no solo critica la falta de solidaridad de una comunidad a otra, sino que  
remarca que tampoco existe solidaridad dentro de las propias comunidades. Para ello  
describe cómo las nuevas generaciones se han desligado del concepto tradicional de  
Ubuntu, que se define en la novela como “I am because/ You are. […]/ A human  
is human through the humanity of others./ That is the marrow of ubuntu” (193).  
181  
A mi entender, al igual que en la obra anterior, la autora intenta despertar a un  
país sumido en una rueda que no deja de girar a través de sus personajes. Por un  
lado, confronta al lector con una sociedad que parece abocada al fracaso por la  
actitud de las nuevas generaciones, criticando, al mismo tiempo el abandono que  
estas parecen haber sufrido: “The curse of a nation/ Children begetting children/  
Long before they are ready to be parents/ As we are correcting things, they are  
disturbing them:/ What cruel times they live in, our leavelings!/ What cruel times,  
our neglected leavelings” (63). Por otro lado, critica a aquellas comunidades  
que perpetúan las diferencias establecidas por el régimen político anterior entre  
los distintos grupos raciales —como se señala a través de los pensamientos de la  
bisabuela sobre la violencia que aún se vive en los townships: “that always-there  
Other — we create in the smallness and meanness of our hearts, in our inability to see  
the inescapable oneness of humanity; our blunted, blighted and blinded soul eyes. Us-  
them! We-they! Making monsters of one another, making monsters of ourselves”  
(71, énfasis en el original)— para finalmente retratar la separación en la sociedad  
actual. Esto coincide con los planteamientos de Oyedemi acerca de la política  
capitalista neoliberal al recordar la falta de evolución del país, como se observa en  
el comentario de Phyllis, que se indigna con el gobierno al ver las noticias: “‘In  
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the land of the first heart transplant, our teeth rot to mush. And all because of  
corruption. […] ‘The formerly dispossessed continue to blame history, while the  
present is but a mirror thereof. Graft is king’” (73).10  
El personaje de la bisabuela, representante de la comunidad rural a pesar de haber  
vivido y trabajado durante años en la ciudad, personifica la solidaridad sudafricana  
y el concepto de Ubuntu. Ante la problemática que va a vivir su nieta Busi durante  
y después de su embarazo, Khulu decide cuál debe ser su comportamiento hacia  
la familia: “Always be of service to others, came immediately to mind, followed  
closely by: to help others in their becoming” (153, énfasis en el original). Este  
comportamiento está directamente relacionado con su actitud ante las ayudas  
gubernamentales por la discapacidad de su bisnieta, negándose a depender de las  
mismas, puesto que “Those who need help should be helped, […] but temporarily.  
[…] they must not be helped to stay poor. […] People must be helped to stand  
on their own feet — proud, independent agents in their own lives and the living of  
those lives!’” (173, énfasis en el original).  
No obstante, el personaje principal de la novela, Mandla, es el que Magona  
utiliza para cerrar el círculo y enviar el mensaje de los antepasados a las nuevas  
generaciones. Su actitud ante la vida le permite huir de la sociedad sin valores que  
les rodea, y que está decidida a cambiar. El papel de Mandla puede relacionarse  
de nuevo con el concepto de Ubuntu así como con la visión de Stein acerca del  
rol de los miembros de la comunidad en la misma y su conexión con la mejora  
de la sociedad planteados previamente. Para Stein “es posible que la vida de la  
comunidad se paralice por completo en algunos trechos. […] Esto no significa  
que con ello se interrumpa el ser de la comunidad” (2005: 379), sino que es  
en este punto donde radica la importancia del individuo, así “[c]uando falla una  
comunidad, cuando su energía se paraliza, la salvación podrá llegarle únicamente  
de un individuo (y […] de una pluralidad de individuos), y en esa persona puede  
nacer una nueva fuente de energía” (403). De este modo, el personaje de Mandla  
puede ser entendido como la esperanza de la sociedad sudafricana, transformando  
a las personas con las que se relaciona, como señala la novela: “In everyone she  
spoke to, she encouraged self-revelation. Find your own strength and then find a  
fellow who would benefit from association with you and your particular strength,  
this was her motto. […] Respect for self; Respect for the other, whoever and  
whatever they might be” (Magona 2021a: 253-254).  
182  
Para llegar a más personas, y con ello a más comunidades, Mandla crea la asociación  
juvenil YoFoP (Youth, Fulfil our Promise) que promueve en sus miembros, jóvenes  
discapacitados como ella, una evolución individual con la idea de que fomenten  
a su vez cambios en otras personas de sus respectivas comunidades. De este  
modo, Mandla parece cumplir la teoría de Stein sobre el papel del individuo en su  
comunidad y en la solidaridad entre comunidades, ya que  
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un individuo que pertenezca a diversas comunidades, puede establecer entre ellas  
el efecto de una conexión inmediata. […] Puede suceder que yo me convierta en  
“eslabón” entre ambas comunidades en el sentido de que […] todo lo que afecte a  
la una trascienda también a la otra. Pero existe igualmente otra posibilidad distinta:  
cuando en el círculo de amigos al que pertenezco esbozo una imagen viva de mi  
familia, […] puede fluir un soplo vivificador y tonificante sobre quienes escuchan  
mis palabras. (2005: 418)  
El personaje se vale de las enseñanzas y la ética del esfuerzo que le transmite la  
bisabuela, y es a su vez el vehículo a través del cual los antepasados envían mensajes  
y advertencias a las nuevas generaciones. El mensaje que se transmite durante  
los trances que experimenta desde niña y con las enseñanzas que promulga en  
las nuevas generaciones es claro: “Check your attitude: humility is not stupidity.  
Loyalty to self and loved ones is essential. Kindness and empathy — an open  
mind, willingness to be of worth to the world; this is how we build ourselves, our  
communities, our society” (Magona 2021a: 290).  
La muerte de Mandla a manos de un policía que acude a intervenir el reparto de  
comida que realizaba la protagonista durante la pandemia de Covid-19 critica la  
falta de actuación gubernamental en Sudáfrica durante la pandemia y sirve como  
recordatorio para la sociedad sobre su propia responsabilidad en su bienestar  
social. Según Stein, “[l]a comunidad ‘se fundamenta’ esencialmente en individuos,  
y su carácter se modifica eventualmente, si los individuos que pertenecen a ella  
modifican su carácter, si ingresan en ella nuevos individuos o si individuos antiguos  
dejan de pertenecer a la misma” (2005: 448-449). De hecho, la propia Magona  
reconoce la importancia de los individuos a la hora de construir la solidaridad entre  
comunidades, y la repercusión que estos tienen en el futuro del país, puesto que  
183  
none of us can be a spectator in life; we all have innate abilities which are needed on  
earth to make life for all, a good life. […] The adults have a collective responsibility  
for the children of this country… they are ours in community and the distress in  
which the young wallow should be the business of the entire nation. (2021b)  
De este modo, la novela insta al público lector a seguir el ejemplo de Mandla  
y formar parte de su comunidad y sociedad en un ambiente de solidaridad,  
responsabilizándose, a su vez, de su papel en las mismas.  
5. Conclusiones  
Partiendo de una perspectiva postcolonial —considerando los estudios de  
Bornman, Gordon y Oyedemi— y utilizando los conceptos de solidaridad y  
sociedad de autores como Atienza, de Lucas, Durkheim, de la Fuente y Young,  
y más concretamente la relación entre solidaridad y comunidad de Stein, este  
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artículo ha analizado dos obras de la autora sudafricana Sindiwe Magona. La  
autobiografía Forced to Grow (1992) y la novela When the Village Sleeps (2021),  
pertenecientes a los últimos años del apartheid y a la segunda década del siglo  
XXI, plasman la lucha personal de Magona a nivel individual y colectivo contra la  
opresión del sistema del apartheid y sus consecuencias en los años posteriores y,  
por ello, pueden ser interpretadas como herramientas que Magona utiliza en su  
crítica social y política hacia Sudáfrica. Ambas historias reclaman la importancia de  
movimientos sociales y religiosos en Sudáfrica, a través de los cuales una parte de  
la población, entre la que se incluye la propia autora, ha luchado por erradicar las  
desigualdades que separan a las distintas comunidades. Asimismo, Magona también  
se sirve de estas obras para compartir sus experiencias personales antes, durante y  
tras el apartheid con la idea de promover un apoyo social y una unión ante las  
distintas problemáticas de cada comunidad. Sin embargo, pese a que se refleja  
cierta esperanza, mostrando los cambios progresivos en las comunidades propias y  
vecinas que entran en contacto con las protagonistas Sindiwe y Mandla, la autora  
comparte también el desencanto vivido en ambas épocas, mostrando en la segunda  
obra la pervivencia de los problemas sociales y económicos, así como las diferencias  
que se establecieron entre razas en Sudáfrica. El concepto esperanzador de la  
nación arcoíris y de la vuelta a la tradición y la vida en comunidad, representadas  
por el concepto de Ubuntu, se ven distorsionados por el final de la novela. La  
solidaridad que muestra Mandla, encargándose de alimentar a la población durante  
la pandemia de Covid-19 se ve recompensada con la violencia que se ejerce contra  
ella; y su muerte, que queda impune, señala el camino que aún queda por recorrer  
en la sociedad sudafricana.  
184  
A pesar de que las obras estudiadas plantean la solidaridad como herramienta de  
cambio contra la opresión del sistema del apartheid y la separación y, por ende,  
contra la incomprensión entre comunidades que afianzaban dicho sistema, también  
insisten en que dichas problemáticas son difíciles de eliminar y siguen existiendo  
en el siglo XXI. El activismo y esperanzas presentes antes del apartheid, reflejados  
en la autobiografía, se tiñen parcialmente de desesperanza ante las comunidades  
sudafricanas que han abandonado su sentido de la solidaridad en favor de la  
inmediatez y el consumismo propios de esta nueva época, convirtiéndose la  
segunda obra en una llamada de atención a los sudafricanos. Es quizás por esta  
pervivencia de los problemas sociales y económicos después de tres décadas de  
libertad, que la octogenaria Sindiwe Magona continúa luchando activamente,  
involucrándose, tanto a título personal como en su rol como escritora y figura  
pública, en favor de la solidaridad entre comunidades en la sociedad sudafricana y  
recordándole a la población con sus historias que: “People must help themselves if  
they want to get anywhere in life!” (2021a: 11).  
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Notes  
1. Este término fue acuñado por Desmond Tutu, clérigo sudafricano que recibió el  
Premio Nobel de la Paz en 1984. Los seis colores de la bandera representan “the convergence  
of diverse elements within South African society, taking the road ahead in unity” (Bornman  
2006: 384).  
2. Apartheid es un término afrikáans que significa separación y que fue utilizado  
para hacer referencia al sistema político sudafricano (1948-1994) que promovía la separación  
de las diferentes comunidades raciales que conformaban el país en todos los aspectos de la  
vida diaria.  
3. En 1992 tuvo lugar un referéndum promovido por el presidente sudafricano  
Frederik W. de Klerk en el que la población blanca fue llamada a las urnas para decidir  
unilateralmente acerca de la transformación del gobierno sudafricano en un gobierno  
multirracial. El 27 de abril de 1994 tuvieron lugar las primeras elecciones libres en las que  
toda la población, independientemente de su raza, pudo votar al nuevo presidente del país. El  
resultado tuvo como consecuencia la llegada al poder del primer presidente negro en Sudáfrica,  
el activista y líder político encarcelado durante décadas, Nelson Mandela.  
4. La primera parte de su autobiografía, To My Childrens Children, fue publicada  
en 1990.  
5. Concepto originado en las comunidades Xhosa y Zulú, que alude a las relaciones  
humanas y conexión entre individuos.  
185  
6. Entendemos la referencia a ‘hombre’ como ‘persona o individuo.  
7. Término utilizado durante el apartheid para clasificar a la población sudafricana  
negra y que incluía a las comunidades Zulú, Xhosa, Pedi, Basotho, Nguni y Ndebele.  
8. Las leyes de segregación racial del apartheid separaban a la población según  
su color de piel, estableciendo reservas —homelands y townships— que ocupaban el 8% del  
territorio como zona de residencia de las poblaciones negra y coloured, que constituían el 80%  
de la población.  
9. Para más información acerca de la evolución de la relación entre estas  
organizaciones y el estado de Sudáfrica, consúltese el artículo de Raymond Simangaliso  
Kumalo (2014).  
10. Para más información acerca de la pervivencia de las desigualdades económicas  
entre las distintas comunidades en Sudáfrica tras la abolición del apartheid, consúltese el  
artículo de Geoffrey Schneider “Neoliberalism and Economic Justice in South Africa: Revisiting  
the Debate on Economic Apartheid” (2003), que alude al papel negativo del neoliberalismo en  
la distribución económica en el país.  
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Received: 11/07/2024  
Accepted: 23/06/2025  
Accepted: 11/07/2025  
This work is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial 4.0 International License.  
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