La traducción de los escritos de Junahi Pallasmaa al castellano es siempre un motivo de alegría. Este volumen de Gustavo Gili recoge cinco ensayos sobre la idea de habitar en los que el finlandés defiende el concepto del 'hogar' sobre el de la 'casa', abogando por la vida cotidiana de los objetos arquitectónicos, por su psique y su alma.
Pallasmaa presenta esta dicotomía de 'arquitectura vs hogar' entendiendo que la esencia del hogar está más cercana a la vida misma que al artefacto de la casa y defendiendo el arraigo como factor clave en la relación del hombre con su entorno construido. Aboga por la empatía del arquitecto hacia el habitante, de la que, a su juicio, carece gran parte de la producción canónica del siglo XX debido al rechazo de la de la vanguardia contemporánea por la postura fenomenológica del habitar.
Bajo el título "Habitar en el espacio y en el tiempo" un prólogo avanza los grandes temas que se tratarán a lo largo de los textos. La mirada fenomenológica de Pallasmaa se hace patente en el primero y más extenso de los cinco artículos: "Identidad, intimidad y domicilio" (1994) y en el tercero de ellos: "El espacio habitado" (1999) para cambiar a la escala social en "El sentido de la ciudad" (1996) o "La metáfora vivida" (2002) y finalmente gravitar hacia el significado de la experiencia del tiempo y del espacio derivada de los orígenes ontológicos de la arquitectura en "Habitar el tiempo" (2015).
Los cinco artículos construyen un 'corpus' en el que no sólo se abordan las dimensiones materiales, formales, geométricas y racionales de la idea de habitar, sino que se intenta profundizar en otras realidades: personales como la nostalgia, mentales como la memoria, subconscientes como la intimidad o míticas y poéticas como la presencia del fuego en el hogar. A ojos de Pallasmaa, son todas estas otras realidades las que dotan de identidad a la vivienda para convertirla en hogar y, bajo esta óptica, prevalecen los objetos móviles, sobre el objeto construido. Esta idea, que se repite en varios de los textos, le lleva a defender la capacidad metafórica de la arquitectura desde la abstracción y a rechazar la estetización de la misma.
Trata así el espacio habitado junto con la experiencia encarnada y el pensamiento sensorial. Define nuestro ser-en-el-mundo o Weltinnenraum a través de este conocimiento experimental del espacio. Un 'espacio existencial' donde lo material y lo mental, lo experimentado, lo recordado y lo imaginado se difuminan y funden dotándolo de una nueva dimensión definida por la identidad de los habitantes.
El interés de Pallasmaa por el cine y su capacidad para representar el modo en el que los espacios son vividos se hace patente en numerosas ocasiones a lo largo de los textos. Esta insistencia deviene, sin duda, del interés también demostrado por las imágenes y la forma en la que las percibimos. La defensa del valor de las imágenes, reales e imaginadas, en la construcción de estos procesos es un tema recurrente. Desde esta posición, el autor llega incluso a cuestionar la utilidad o inutilidad del objeto arquitectónico atendiendo a su capacidad para resolver cuestiones diarias y para generar imágenes mentales de los entornos que nos rodean.
La influencia de la piscología de la percepción y la fenomenología se hace patente en las citas que salpican el texto: Jung y Bachelard son los más mencionados, pero Karsten Harries, Susang Sontag, Rilke o Albert Einstein aparecen para subrayar que el pensamiento sensorial es inherente a todo proceso creativo. No obstante, no solo la pequeña escala de la vivienda es objeto de reflexión de estos textos. La imagen de la ciudad es otro de los temas a tratar. Preocupado por la alineación visual de la ciudad, Pallasmaa defiende que entender el sentido de la ciudad pasa por la intelectualización de la ciudad percibida, recordada e imaginada. Insiste en la función metafísica de la ciudad como instrumento de organización social en el que lo íntimo ha desaparecido. De igual modo, la desaparición de la especificidad del lugar es otro de los grandes temas que aparecen en este volumen. El usuario como habitante de la ciudad ha sido expulsado y se ha convertido en un visitante, incapaz de participar en la construcción de la misma.
Desde su óptica fenomenológica, Pallasmaa defiende que las estructuras de la ciudad capturan el tiempo y que en las narrativas temporales de la misma se encuentra la arqueología de la memora colectiva. Para él, la ciudad es el collage por excelencia, formado a partir de fragmentos e imágenes individuales y colectivas a lo largo de la historia.
Frente al patente interés por la imagen que vivimos hoy, el libro no está ilustrado, y hay que señalar que la falta de ilustraciones no es un impedimento para comprender ninguno de los cinco textos. No obstante, en esta edición se echan en falta algunas fotografías que ayudarían a ilustrar algunos de los artículos y que sí pueden encontrase en algunas versiones web en lengua inglesa.