Inmersos en una era de consumo mediático digital, la proliferación de publicaciones digitales sobre arquitectura japonesa se ha incrementado ostensiblemente en los últimos años gracias a la radicalidad conceptual de propuestas que invaden la red en una nube de aceptación creciente ansiosa por el impacto de lo nuevo (Robert Hughes, 2000). Sin embargo, nada más lejos de la realidad. La aparente lectura novedosa de su arquitectura, reflejada en el trabajo de arquitectos de la talla internacional de Toyo Ito, Kengo Kuma o SANAA, vertebra en los nuevos valores de Sou Fujimoto, Akishita Hirata o Junya Ishigami una suerte de continua homogeneidad en la conceptualización radical del espacio que se transfiere en último término al espacio doméstico. Esta constelación de estrellas mediáticas contemporáneas no son más que la punta de iceberg de un universo ramificado de concepciones evolucionadas y figuras críticas que han dando forma a las principales líneas de influencia en el discurso arquitectónico del Japón. Si bien es fácil establecer una línea quebrada en su concepción arquitectónica con el advenimiento de la Restauración Meiji en 1868, podemos afirmar que se trata de una cuestión más formal que conceptual. Una vez superada la demostración de su capacidad para replicar estilos de "importación" (del neoclásico al internacional), el nuevo colectivo de arquitectos japoneses de posguerra se propuso con éxito vincular tradición y modernidad. De esta manera, en los últimos setenta años la arquitectura nipona se ha debatido entre la recreación por evocación o la abstracción extrema de las mismas concepciones. Sin embargo, es posible que el camino elegido hacia la abstracción extrema conduzca a la pérdida del conocimiento primigenio en las nuevas generaciones japonesas, y quizás es este el germen del punto de partida del libro La casa japonesa. Espacio, memoria y lenguaje del Profesor de la Universidad de Waseda Takeshi Nakagawa.

En un lenguaje didáctico y ameno, el texto nos ofrece un manual o catálogo sistematizado para darnos a conocer los elementos que componen la vivienda tradicional japonesa. La exposición de T. Nakagawa deviene clara, original, secuencial, fluida, y coherente para estructurar su particular enfoque de intuición convergente, o como define el autor "de microscópica a microscópica", estableciendo la relación que partiendo de la concepción japonesa de la Naturaleza acaba focalizándose en el detalle de los accesorios y acabados de su espacio doméstico.

El autor estructura su secuencia explicativa de la vivienda japonesa en siete secciones. La primera describe los "Espacios de Transición" exterior-interior centrándose en la estructura de lugar. La segunda, dedicada a "Divisiones" describe la materialización de esas transiciones de percepción inmaterial. La tercera se dedica a los espacios de estancia de sus "Ambientes" centrándose en su naturaleza de uso. La cuarta o "Componentes" destaca formalmente los elementos estructurales o estructurantes de la vivienda, desde el pilar maestro del daikokubashira al centro simbólico de la vivienda o tokonoma. La quinta, se dedica a los "Accesorios" o aquellos objetos o muebles que se constituyen como piezas de servicio en la vivienda. La sexta o "Materiales" se centra en los acabados de la vivienda. En la séptima y última, en el capítulo de "Símbolos", el autor cierra el círculo del texto retornando a una relación exterior-interior de la vivienda desde la perspectiva de la mentalidad animista japonesa, del altar doméstico a la ceremonia fundacional de la misma.

La lógica secuencial de la estructura del sistema que nos propone el autor, parte de la idea abierta del no-lugar o espacios de transición para converger en un espacio descriptivo de la vivienda japonesa mediante la adhesión de sus lógicas matéricas, posicionales, funcionales y formales. En un discurso espiral, el autor fuerza un nuevo giro más incisivo con la descripción de los elementos de mobiliario, al ser interpretados como objetos fractales de la vivienda. Desde este punto del texto, el Nakagawa retorna sobre sus pasos y gana ligereza describiendo la materia de los acabados epidérmicos de la vivienda para finalizar describiendo los otros espacios de transición, que establecen el binomio material-espiritual.

Frente a la preocupación del Profesor T. Nakagawa, por la aparente paulatina pérdida de conocimiento sobre arquitectura tradicional por parte del estudiante japonés, Juan M. García Roig nos recuerda su trascendencia histórico-cultural en su prólogo "Elogio de la quietud, elogio del silencio, elogio de la nada (mu)", exponiendo con amplitud el intercambio de la polaridad Oriente-Occidente. Un título de referencias tanizescas, que recorre las figuras clave de este intercambio y' amaravillamiento' occidental por el japonismo.

Sin embargo, si es necesario responder a la aparente pérdida de los componentes consustanciales de su arquitectura, Nadia Vasileva en su epílogo sobre el hábitat japonés contemporáneo, ahonda y reflexiona aportando dos valiosas contribuciones sobre estos aspectos partiendo de su experiencia directa de conversaciones con el autor del libro. Por una parte, la terminología wakonyosai (espiritualidad japonesa y habilidad occidental) en donde se refleja el conflicto de asimilación de las externalidades. Y por otra en el encuentro de una respuesta contemporánea en la concreción de objetos domésticos como elementos articuladores de la existencia y unidades esenciales básicas en la configuración espacial del espacio de habitar.

Por todo ello, el libro de La Casa Japonesa del Profesor Takeshi Nakagawa constituye un texto fundamental para aquellos interesados en comprender las líneas que unen tradición y modernidad en la arquitectura contemporánea japonesa. Una lectura que nos descubre las claves de una sensibilidad frente al lugar, la materia, la forma y su utilidad, que justifica nuestra continua atracción por Japón.