"O Sole mio!": The Sun in Proust's "Séjour à Venise"

Resumen

El episodio de A la recherche du temps perdu comúnmente llamado «Sejour a Venise» es quizás la versión más extraordinaria de lo que Paul de Man llama el «mito solar» de Proust. También tiene una compleja historia textual en la redacción de la siempre inacabada «Recherche». Al final de este episodio, Mm-eel se niega a ir a la estación de tren con su madre y permanece en la terraza del hotel escuchando a un gondolero cantar «¡O sole mio!». La canción parece detener el movimiento del sol y convertir Venecia en un montón de piedras rodeadas de tanto hidrógeno y oxígeno en forma de agua. Sólo lo que Proust llama «hábito» lleva a Marcel a ver Venecia como la gran ciudad histórica que Ruskin describió, que los Dogos gobernaron, que Turner pintó y que Marcel (y Proust) tanto admiraba. Sólo el retorno espontáneo del «hábito inveterado», algo que viene de «cavernas más oscuras que aquellas desde las que destella el cometa que podemos predecir», es decir, de una fuente totalmente desconocida e incognoscible, recompone Venecia y da a Marcel la fuerza para romper su parálisis de voluntad y seguir a su madre hasta el tren. Nuestro sentido del yo y la solidez de su mundo circundante, implica este episodio, están sostenidos por una fuerza que no viene de dentro del yo sino de más allá, de algo que es totalmente distinto a ese yo, aunque especial sólo para ese yo.