Mythe et temporalité

Resumen

Las estructuras elementales de la temporalidad obedecen a la disimetría fundamental entre magnitud acentuada (o tónica) y magnitud inacentuada (o átona) en el plano de la expresión, entre magnitud intensiva y magnitud extensiva en el plano del contenido, y de un modo general entre intensìdad y "extensìdad". Estas estructuras elementales conciernen a las tres dimensiones de la figuralidad, a saber, el tempo, la duración y la espacialidad, es decir, las constitutivas de lo que Hjelmslev llama las "figuras". A partir de estas dos series de premisas, es posible describir morfologías discursivas singulares. En el texto presentado, nos hemos dedicado en primer lugar a la reminiscencia, esforzándonos en mostrar que la importancia que algunos de los más grandes escritores le
han concedido se explica por propiedades formales que asocian el tempo, la duración y la espacialidad. La segunda dirección de este estudio consiste en aproximar las magnitudes discursivas del afecto y el acontecimiento, a ver en el afecto una "variedad" "subjetual", en el acontecimiento una "variedad" "objetual", situándolas como dependientes del sobrevenir, es decir, de una estructura dìrigida por un tempo muy vivo. En fin, el mito, independìentemente
de los contenidos figurativos que afirma, aparece como una morfología invertida de la reminiscencia y como una cronopoiesis en busca de un compromiso, de una mediación plausible entre lo repentino trastornador del sobrevenir y la lentitud tranquilizante del devenir. Al hacerlo así, el sujeto viene a ser, o vuelve a ser, según una bella expresión de P. Ricoeur, el "guardián del tiempo".